A UN PASO DEL INFIERNO
Escrito por jomapare (Desconectado Offline), el 31 de agosto de 2009
Amaba a Pedro, eso no lo dudaba, quizá por eso olvide o quise pasar por desapercibidas aquellas situaciones que ponían en duda el amor que él decía tenerme. La misa de nuestra boda fue hermosa, oficiada por el padre Roberto, quien verdaderamente nos conmovió hasta las lagrimas; había poca gente sin embargo eso le dio a la iglesia un ambiente de intimidad que agrado a todos. A la salida de la Iglesia una lluvia de arroz cayó sobre nosotros como señal de la dicha que nos deseaban; ya había parado de llover, y un arcoíris se dibujo en la distancia enmarcando más la situación. Después de la misa fuimos al estudio de fotografías, ambos estábamos felices y eso se notaba, Pedro se mostro siempre de lo más cariñoso y yo en verdad creía que había encontrado al hombre de mi vida, aquella situación de rechazo para nuestro hijo ya estaba completamente olvidada.
Después del estudio fotográfico nos dirigimos al salón de fiestas donde ya nos esperaban impacientes; a la llegada la marcha nupcial se dejo escuchar y él me cargo hasta cerca de la mesa principal, todo mundo estaba feliz, la fiesta siguió como toda boda mexicana: la comida, el baile con familiares, padrinos y familiares y por supuesto el brindis, la víbora de la mar y el tradicional pastel.
No sé si fue el alcohol que había tomado esa noche o lo feliz que estaba pero la primera noche ya como su esposa fue mejor que la primera vez que estuvimos juntos, yo en un principio me negué sabiendo que estaba embarazada y Pedro me convenció de lo contrario, accedí aunque no muy convencida.
Siempre he creído que entre más se ama a una persona más puede odiársele y eso fue lo que precisamente ocurrió pues entre más cerca estés del cielo mas te dolerá el infierno.
Los siguientes meses fueron de adaptarnos uno al otro y podría decirse que vivíamos muy felices esperando la llegada de nuestro hijo, rentamos una pequeña casa cerca de donde vivía mi madre, era cómoda, justo para unos recién casados, Pedro era el padre perfecto, me cuidaba mucho, hasta podría decirse que exageradamente, juntos escogíamos las cosas para nuestro hijo y es más me acompañaba a las citas con el ginecólogo. Cuando llego el día del parto llame a mi madre y a Pedro, cuando llegamos al hospital que habíamos decidido él ya estaba esperándonos pues le quedaba más cerca. Fue un parto difícil, casi pase toda la noche con dolores y contracciones pero no daba a luz, los médicos decidieron que debía ser por cesárea y me intervinieron a eso de las siete de la mañana, lo único que recuerdo fue que me aplicaron la anestesia y de ahí no desperté hasta que todo había pasado. Todo el sufrimiento que había padecido se desapareció cuando me llevaron a mi hija por primera vez, en ese momento me sentí la mujer más feliz de la tierra, era tan pequeña, tan frágil y esa niña era mía, nacida de mi, de mi sangre. Como era un hospital del seguro social me dieron de alta al otro día por la mañana, mi madre me ayudo a vestirme y a salir del hospital, afuera ya nos esperaba Pedro, llevaba un enorme ramo de rosas blancas, yo estaba débil pero el detalle me pareció maravilloso, como aquellas películas románticas que tanto me gustaban.
Esa primera noche en casa con la niña fue inolvidable, recuerdo que Pedro se pasaba los minutos contemplándola dormir, ella dormía en medio de los dos, y en ese momento empezamos a pensar en el nombre que le pondríamos, juntos decidimos que se llamaría Clara.
En cuanto pude levantarme fuimos al registro civil para registrar a nuestra hija y al mes se realizo el bautizo. Nuevamente la misa fue oficiada por el Padre Roberto. Para todos nuestros conocidos éramos el matrimonio perfecto, jóvenes, enamorados y con un futuro prometedor como familia.
El tiempo paso muy rápido, Clara dio sus primeros pasos y se llego su primer cumpleaños, lo festejamos con una fiesta infantil donde estuvieron familiares y amigos, claro, tratamos de que fueran sobre todo aquellos que tenían hijos pequeños.
Paso otro año, Clara era todo para Pedro, llegue a sentirme casi celosa, ella por su parte lo adoraba y lo demostraba más cuando por las tardes él llegaba del trabajo, por otro lado yo me sentía tranquila pues podía salir al mercado o a ver a mi madre y sabia que ella estaba muy bien cuidada por su padre. Parecían divertirse mucho, él se pasaba horas jugando con ella, con sus muñecas, con su pelota o cuando se aburría recurría a la infalible practica de la princesa, juego en el cual ella se ponía todo cuanto vestido tenia y cambiaba de peinado y accesorios un sinfín de veces, todo esto con la ayuda de su padre.
Cierto día Pedro llego con muy mala cara, de inmediato me preocupe pues apenas si respondió a la fiesta que hizo su hija al recibirlo.
.- ¿Qué pasa?, ¿Te sientes mal?
No recibí respuesta, su mente parecía estar fija en el televisor viendo las noticias, con eso entendía que si, efectivamente algo muy malo estaba pasando.
.-Pedro, dime que está pasando. –Insistí y sentándome a su lado.
.-Hicieron recorte de personal, mañana es mi último día de trabajo.
La noticia me cayó como balde de agua fría, ¿Qué haríamos con una niña pequeña y él sin trabajo?, esa fue la pregunta que me asalto de inmediato, sin embargo trate de conservar la calma y darle animo.
.-No te preocupes amor, ya verás que pronto consigues algo, no hay porque preocuparse.
Qué gran error el mío, el destino me tenía reservada grandes sorpresas, pero en ese momento no sabía que ese detalle no solo significaba la pérdida de un trabajo si no el cambio por completo de nuestras vidas.
Después de la despedida de Pedro transcurrieron dos semanas y consiguió empleo en otra empresa maquiladora, todos nos alegramos pues en estos tiempos es un milagro conseguir empleo en un corto tiempo. El sueldo era más bajo que en el trabajo anterior pero apretándonos un poco estábamos seguros que saldríamos adelante.
A la semana siguiente de haber entrado a trabajar el horario de Pedro se vio aumentado en una o dos horas más, él me dijo que era debido al exceso de trabajo y aunque yo creí que eso traería consigo un aumento en el sueldo no vi ningún peso más.
Pedro llegaba casi todos los días de mal humor, o al menos conmigo porque con la niña seguía como siempre, era ni más ni menos que su princesa. Si bien nuestra actividad sexual era poca desde que nos casamos con el nuevo trabajo se vio aún más reducida, él no mostraba casi interés en ello y yo educada como “una mujer decente” no lo buscaba en la intimidad a menos que él lo hiciera.
Fue un viernes cuando me quede esperándolo toda la tarde, se llego la hora de la cena y lo hice solo con la niña porque tampoco había llegado. Después, cansada de esperarlo acosté a Clarita en su cama y me fui a la sala a ver televisión, desesperada le llame a la casa de sus padres de un teléfono público y me dijeron que no había ido ese día para nada. Mi enojo de un inicio se transformo en angustia y los minutos se me hacían horas. Dentro de mí trataba de tranquilizarme y pensar que todo estaría bien. Eran poco más de las doce de la noche cuando escuche que su auto se detenía y abría la puerta, esta era la primera de muchas escenas similares que vendrían. Poco después entro por la puerta, mi preocupación se volvió coraje cuando percibí un notable olor a alcohol y humo de cigarro. Pedro me vio pero no dijo nada, intento irse a la habitación así de largo pero yo lo detuve con mis reproches.
.-Me tenias muy preocupada.
.-Fui con mi hermano…. a tomarme unas cervezas.
.-No mientas Pedro, yo llame a la casa de tus padres y él estaba allí, dijeron que no habías ido en todo el día.
.- ¡Bueno y que te importa! –Dijo molesto y deteniéndose del sofá más cercano- Fui con unos amigos, ¿Tiene algo de malo?
.-Eso no lo habías hecho antes… -Pedro siguió hacia la recamara con paso lento y de cierta manera me dejo con la palabra en la boca.
Yo me quede en la sala otro rato más, después apague la televisión y me fui a la cama, cuando llegue él ya estaba sumamente dormido y roncando como pocas veces lo había escuchado, casi no podía dormirme.
Al otro día me levante más temprano que de costumbre para preparar el desayuno, ya estaba todo listo y entré a la habitación con toda la intención de que lo ocurrido por la noche fuera solo un mal rato y que quedara todo olvidado.
.-Ya está listo el desayuno.
.-Ya voy. –Dijo como si nada hubiera pasado, y yo la verdad si necesitaba una explicación.
.- ¿A dónde fuiste anoche?
.-Fui con unos amigos, me invitaron a tomar una cerveza y se me paso la mano, sabes que no acostumbro tomar. ¿Vamos a discutir por eso?
.-Te estuvimos esperando.
.- ¿Vas a chantajearme con la niña? –Dijo molesto- Creo que si toda la semana me la paso matándome como burro merezco descansar un poco, ¿no?
Ya no dije nada, me di media vuelta y salí de la habitación. Aquella mañana no mencione palabra alguna en el desayuno y me limite a comer y a darle el desayuno a la niña; él se despidió con un beso a las dos, como de costumbre.
La mañana transcurrió como de costumbre, hice limpieza en la cocina y prepare la comida para que en lo que esta se cocinaba yo haría el resto del quehacer, esta vez la casa no estaba tan sucia así que termine temprano y pensé que lo mejor sería lavar la ropa restante para avanzarle y poder ir al otro día a ver a mi madre.
Saque hacia el patio trasero el bote donde acostumbrábamos dejar la ropa para lavar y empecé a separar y revisar la ropa; al sacar y revisar el pantalón que Pedro traía por la noche cayeron sus calzoncillos, los levante y fue entonces cuando me di cuenta que estos estaban manchados de la parte delantera, yo conocía a Pedro y esto le pasaba cuando había eyaculado o había estado sumamente excitado, la mancha era más visible por el color negro de la trusa. En ese momento el mundo se me venía encima, un hueco en el estomago me indico que tenía mucho coraje, desprecio y hasta odio en contra de Pedro… y eso era solo el principio.

 

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Escrito por jomapare (Desconectado Offline), el 04 de septiembre de 2009
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