Las circunstancias mandan
Escrito por yacko79 ( Offline), el 19 de abril de 2009
Uno tiene planes, metas, sueños. En resumidas cuentas son sólo anhelos que quieres que se cumplan, y en el trance que se recorre para obtenerlos, ocurren circunstancias que están fuera de tu control. Es como alguien que sabe lo que quiere, digamos un joven en edad de elegir una carrera que desea estudiar. Tiene el deseo ferviente de realizarse y conseguir su título para ganar dinero en base a lo que aprendió... ojalá fuera así de simple pero es indudable que lo que uno espera no es lo planeado. Puedes llegar a ser un borracho errante que deambula por las calles sin hogar que de pronto alcanza la fama mediática por tener un sentido del humor genuino y un título universitario, como es el caso del Changoleón y sus 15 minutos en la televisión mexicana. Otro caso extremo sería ganar el premio Novel en alguna rama porque hiciste alguna o algunas cosas notorias a nivel mundial, aunque debo decir, a estas alturas pasa más por la fama e influencias, pero ese es otro tema. La cosa es que estas dos caras de la moneda son un hecho, pero no es la única moneda ni se trata de suerte, que es lo que viene a la mente de uno cuando se trata de una moneda, se trata de elegir un sendero, con determinación si tu quieres, pero no sabes lo que te espera por delante. Las circunstancias mandan, y eso para mí, es inobjetable. Al momento de decidir si debía jalar el gatillo del revólver que puse en mi boca pasaron muchas cosas por mi mente, sin embargo esa última bala no fue disparada y los policías entraron a mi apartamento, me pusieron una madriza y me llevaron al Reclusorio Norte, temí lo peor... Extrañamente nadie me tocó un pelo y un recluso, el mero chingón, me brindó protección con la única condición de que no hiciera preguntas, hasta me llevaba chocoroles a mi jaula, y vaya que estaban escasos. Mientras gozaba de éste y otros privilegios acudía a la rejilla de prácticas para mi enjuiciamiento. Nadie se presentó a levantar cargos. El crimen que cometí de cualquier modo ameritaba que me chingaran unos 20 o 25 años ya que se persigue de oficio. El buen trato en la cárcel, me hizo llevadera la idea de estar ahí hasta mi ancianidad pero estaba deprimido, estar encerrado 25 años es algo muy rudo de pensar y me había probado a mi mismo que no iba a atentar contra mi vida. Aquella madrugada de viernes, Orlando, uno de los custodios fue a despertarme, me sacó de la celda y en silencio me llevó hasta una área restringida para los reclusos. Me dijo que entrara a un cuarto y me cambiara de ropas. En ese cuarto pequeño sólo había mechudos, escobas, jaladores, cubetas, jergas y ropa encima de un catre. Me vestí. Al salir me estaba esperando un tipo trajeado que me indicó el camino a seguir. Pasamos por un pasillo hasta llegar a un puesto de control. Los pólis que estaban ahí, apenas nos vieron llegar y uno de ellos apretó un botón, de inmediato se escuchó un chillido al tiempo en que mi acompañante empujaba la puerta. Pocos metros adelante habían muchos cubículos y mucha gente trabajando...
Al salir del reclusorio, el tipo que venía conmigo me dijo que alguien esperaba por mí. Me señaló una camioneta con placas de la Secretaría de Gobernación. Me quedé parado un momento hasta que él me sugirió apresurarme. Caminé solo hacia la camioneta de vidrios polarizados, abrí la puerta... Victoria estaba al volante, cuando me vio, esbozó una linda sonrisa, lindísima. Cuando éramos amantes ella nunca me platicaba mucho de su vida ni de su familia pero era obvio que tenía mucho dinero. Resultó ser una hija bastarda del procurador del DF. el mismo procurador que había visto en las fiestas swinger. Victoria me dijo que me fuera lejos. Me dio una tarjeta de débito. Cada mes me deposita una buena lana. Ahora creo que el amor existe en verdad. Así se dieron las circunstancias hace unos meses. Mi situación en este momento consta de estar paseándome en la playa, salir con algunas chicas, en fin, divertirme. San Carlos es un lugar apacible, creo que aquí me voy a quedar un buen rato. Es curioso, ayer me topé con Daniela en el bar del Cheché. Le dio mucho gusto verme. Quedamos de salir hoy a cenar. Ni en mis más locas fantasías pensé encontrarme con ella en este lugar. No es que el mundo sea pequeño, ni que haya una moneda que lanzar y mucho menos creo en las coincidencias, hay algo místico que puedo percibir y es una sensación que puedo ejercer ahora: amar. Al rato veré a Daniela, no sé que vaya a suceder entre nosotros ni me quita el sueño, para eso están las circunstancias, que como siempre, mandan.
- FIN -
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