Carmín
Escrito por Cassiel Aberdeen ( Offline), el 09 de noviembre de 2007
La primera vez que la ví, no fui conciente de su presencia. Era como un fantasma, una ilusión, un sueño intermitente que aparecía por segundos y no dejaba huella a su paso.
Me quede observando ese punto lustroso en el horizonte, que iba y venía, danzando con el viento y la luz, fundiéndose en ellos... me reí tontamente, embobada ante ese juego inusual de la naturaleza; un poco a la derecha, desaparece, ahora esta arriba, sale del suelo... ... y de repente, la mancha carmesí que yo creía lejana, llego frente a mis ojos y se tranformo en una sonriente doncella. Algo en ella no me terminaba de agradar, y sin embargo, engatuzada por su increíble belleza, hice a un lado mis cosas para dejarla sentar a mi lado. Ella, encantada con mi silenciosa invitación, se dejo caer de inmediato sobre el césped, recargándose y disfrutando de la sombra del árbol en esa calurosa tarde de verano. ¿O era primavera? Ya no sé, ya no logro recordarlo... Poco después, sin pensarmelo, empece a tomar confianza y decir todo aquello que se me venía a la mente. Muchas fueron tonterías, pero nunca soy tan inocente, e incorpore algunas metáforas para probar a mi acompañante. Ese ser salido de la nada me despertaba un curiosidad inmensa. Ella las noto todas. Y las respondío con una inteligencia inhumana. Cosas que yo jamás había imaginado, creído o pensando, fluían rápidamente en sus respuestas, inundando mi cabeza con sueños de caos, locura y creación. Los colores en mi mundo, que hasta entonces creía brillantes, se tornaron opacos y carentes de vida. Una nueva visión había llegado hasta mí. La observe incrédula, talvez temerosa... me concentre en sus pálidos ojos grises, olvidando su nívea tez y sus cabellos ensortijados de fuego. Era su mirada contra la mía. Ninguna de las dos cedió. Y, como si de un milagro se tratara, miles de murmullos inundaron nuestro silencio; intercambiamos escenas secretas de nuestras vidas; nos hicimos confidentes, amigas y socias. |