Matilda vivía en una casita, alejada de las demás dónde florecían alegres las flores y cantaban los ruiseñores, los ciervos, ardillas y conejos se acercaban a su casa a oirla cantar todos los días, eso sí los niños jamás se acercaban a la zona donde vivían las brujas, era una zona prohibida para ellos y por eso nunca se veían por alli jugando.
-" Yo soy la brujita Matilda, más buena que ninguna, me encantan los animales, los niños y mirar la luna"- así cantaba la buena bruja todos los días por las mañanas mientras barría y limpiaba la casa.

Un día, mientras Matilda hacía las tareas diarias oyó el grito de un niño al otro lado del bosque.Rápidamente vio que el grito venía de la casa de Valeria, la bruja más mala de todas.

- ¡ Oh no ! pobre niño- exclamó Matilda y no dudó ni un momento en salir corriendo hacia la casa, en busca de saber que estaba ocurriendo.
Cuando llegó, asomó la cabeza cuidadosamente por la ventana y alli estaba Valeria comtemplando al niño con ojos hambrientos, mientras éste estaba en una gran cazuela metido...
Pero Matilda, era demasiado buena y no permitiría queridos niños, que os pasara nunca nada malo...