Sentí caer en un hoyo profundo y sin fin, caía, caía y mi cuerpo se contrajo como un gato al ser lanzado hacia arriba y caer, mi mano apretaba fuertemente la sabana cuando desperté de golpe, un sudor frio cubría mi frente y sentí un gran alivio al saber que todo era un sueño. Me quede en silencio por unos minutos, la casa estaba en penumbras y ni el más mínimo ruido se escuchaba dentro de la casa, me quede ahí sobre la cama observando las cuatro paredes y el techo con pintura cayéndose por la humedad, entre las grietas y las sombras podía imaginar lo que quisiera, de repente me levanto un sobresalto, ¿mi hija?, ¿Dónde estaba?, seguramente en su habitación me respondí yo sola. Unas terribles ganas de orinar me hicieron levantarme, salí de la cama más a fuerza que de ganas y al dirigirme al sanitario me di cuenta que mi hija no estaba, creí que la encontraría dormida pero no fue así. No me importo mucho, entre al baño y me senté como de costumbre sosteniendo mi cabeza con ambas manos, al buscar papel recordé que este hacía varios días se había terminado. En fin no me importo en absoluto.

Fui a la pequeña sala y me senté, busque el control remoto y no lo encontré por ningún lado, en eso mi mirada dio con aquel viejo reloj de pared y pude ver la hora: nueve de la noche con treinta y seis minutos y mi hija no estaba en casa, en ese momento por primera vez en mucho tiempo sentí que todo estaba mal, que podía pasarle algo y eso si no me lo perdonaría, ¿Qué podía hacer?, no sabía dónde buscarla ni con quien, fui a mi recamara y me puse un pantalón, no recuerdo cual, ni como. Salí a la puerta que da a la calle, me aferre a la reja, no había nadie, solo a lo lejos unos niños jugando fut bol, mire a ambos lados, ella no se veía, pasaron varios minutos y nada, empecé a desesperarme, se sentía un poco de frío, deje la reja abierta y me senté sobre unas piedras de lo que simulaba ser el jardín de la casa, las plantas estaban secas y un cumulo de basura se veía por doquier. Pasaron varios minutos, escuche unos pasos, me levante, no, no era ella, así pasaron una tres personas más y cada vez sucedía lo mismo, mi angustia iba en aumento, en eso un auto se detuvo, vi a mi hija descender de él y en mi se formaron un sinnúmero de confusiones, quería abrazarla y a la vez golpearla, darle una golpiza para que jamás volviera a hacerme eso. Al verme se detuvo, volvió la mirada al auto y al fin se animo a entrar, el auto arranco y se marcho.

-¿Dónde diablos estabas? –Pregunte bastante molesta. Ella me miro con miedo y bajó la mirada.

-Estaba con la profesora…

-¿A esta hora? -Me levante y me dirigí a la casa, ella fue tras de mí. -¡¿Crees que soy tonta o qué?!,¡Por cierto deja de andarle contando nuestra vida a esa vieja metiche!, ¡¿Entendiste?! -Asintió con la cabeza. -¿En donde andabas con ella?

-Me llevo al cine… nunca me habías llevado…

-¡Ah!, ¡Ahora me vas a echar en cara que no tenga dinero para darte esos lujos! –Reproche. -¡¿No es suficiente con lo que gasto en lo que te tragas?!, ¡Lo que debería hacer es darte una buena paliza para que aprendas y sepas que no te mandas sola! -La tome por los hombros y la moví con fuerza, vi el miedo en su rostro, estaba llorando, me detuve.

-¿Por qué no me quieres? –Pregunto mirándome a los ojos y con eso me desarmo por completo, se quedo ahí mirándome esperando una respuesta, no resistí más y me fui a la recamara, ella fue tras de mí, esta vez quería respuestas.

-¡Lárgate!, ¡No quiero verte! –Cerré la puerta tras de mí, ella trato de abrirla, escuche que lloro por un momento y después se retiro. En ese momento entendí que mientras más creciera más difícil seria mantener mi secreto, esta vez solo era el comienzo.

Cuando escuche que toda la casa estaba en silencio me levante y me puse el suéter mas a la mano que encontré. Abrí la puerta lo más suavemente posible para que mi hija no me escuchara y atravesé la casa en dirección a la salida, cerca del comedor encontré una pequeña libretita que seguramente se le había caído, la deje sobre el respaldo de la sala y seguí con mi camino, atravesé toda la casa a obscuras. Cerré la puerta de la casa con llave por si mi hija se despertaba no tratara de seguirme. La otra puerta, la de la reja, no le eche llave por si necesitaba entrar de prisa.
Hacía mucho más frio que cuando estuve esperando a mi hija, el suéter que llevaba era demasiado ligero, no me cubría en absoluto pero no me importo; camine una cuadra de casas muy pequeñas, todas parecidas, pues vivo en una colonia de esas populares; llegue a la tienda de la esquina pero ya estaba cerrada, maldije la hora, me hacía falta tomar algo. Me dirigí a la otra tienda, no me importaba que estuviera mas retirada, camine dos cuadras, presurosa subí al puente y ahí me encontré a tres tipos tomando, dos de ellos me dijeron varias peladeces y rieron a carcajadas. Me estaba poniendo nerviosa. La bajada del puente y la otra cuadra se me hicieron eternas, al fin llegue a mi destino, no llevaba mucho dinero así que me compre una pequeña botella de las más baratas. Salí con mi trofeo y le di varios tragos largos, me sentí con vida y dispuesta a todo. Ahora lo difícil seria el regreso. Antes el ansia de alcohol me dio el valor suficiente para caminar varias cuadras sin importarme nada, ahora que ya lo tenía conmigo esperaba que el alcohol me diera las mismas fuerzas. Camine una cuadra y empecé a subir el puente, los borrachos seguían allí, trate de esconder la botella entre mi suéter y trate de no demostrarles miedo. Al acercarme uno de ellos fue a mi encuentro y se detuvo frente a mí, esta vez lo pude observar muy de cerca, era un hombre de unos treinta y cinco años, más alto que yo y con barba crecida, al hablar pude ver que le faltaban varios dientes.
-¡¿A dónde chiquita?, ¿porque tanta prisa?! -Trato de tomarme del brazo y yo intenté zafarme, mi esfuerzo fue en vano, al sentir que la botella se me caía la tome con la otra mano.

-¡Suélteme! -Grite mientras hacía esfuerzos inmensos por zafarme.- ¡Déjeme estúpido!

-¡Miren la palomita me trajo un regalito!- Dijo al ver la botella y los otros dos rieron en coro. Trato de quitármela y yo hacia lo mío para que no lo consiguiera. Entre el forcejeo le mordí la mano que me sostenía y me soltó un segundo. -¡Maldita perra!- Grito enfurecido y empecé a correr en dirección contraria porque bien sabia que aquellos dos le ayudarían.

Empecé a bajar las escaleras, podía sentir que aquellos hombres corrían tras de mí y les escuchaba burlarse de aquel que había mordido. Faltaba poco para llegar al final de las escaleras cuando sentí un fuerte jalón de cabello que me hizo caer de nalgas y pegarme en la espalda con uno de los escalones, estaba perdida. Al caer la botella se estrello en el piso y me corto la mano. Podía escuchar las carcajadas de aquellos hombres.

-¡Ayúdenme!- Empecé a gritar como loca pero no había nadie cerca.

-¡Llévatela para allá! -Escuche decirle al hombre que me había atrapado, el que dio la orden era aquel que me impidió el paso. Yo intente zafarme con más fuerza, pues si me llevaban hacia el canal sabia que menos me vería la gente y menos recibiría ayuda, un miedo terrible se apodero de mí, no sabía que me harían, constantemente sentía golpes en la cabeza y en ese momento me di cuenta que una mínima parte de vidrio permanecía en mi mano cerrada, sin pensarlo más empecé a lastimar con él a cuanta mano y cuerpo encontraba. Entonces me aventaron, rodé hacia una parte del canal y pude sentir en una de mis manos el agua sucia de él. Enseguida una serie de golpes por todos lados empezaron a lloverme, antes de perder el sentido pude verlos correr y la última imagen en mi mente antes de perder el sentido fue la de mi hija.