No ha dejado de llover toda esta semana, el cielo está repleto de nubes. Mejor me quito de la ventana ya no quiero estar pensando en cosas grises porque esta noche solo será de diversión, por fín es sábado, el quique no ha de tardar en pasar por mi para ir a su fiesta de swingers. Busqué en internet esa palabra y caray, son gente muy candente y pasional sin ningun tipo de pudor aunque, algunos si tienen sus límites pero en general me parece gente muy abierta, habrá que conocerlos. Estoy un poco nervioso nunca he tratado con gente así, posiblemente piensen que soy un inadaptado que no ha vivido nada en esta vida. Voy a tratar de ser natural con todos en la fiesta si es que puedo contener los nervios.

A las 8 de la noche el quique llama a mi puerta, decidimos ir en mi coche y nos vamos rumbo al norte de la Ciudad de México. En el camino vamos platicando o mejor dicho, él me va platicando con más detalle como son este tipo de fiestas, todo lo que me cuenta es enteramente exitante para mí y no puedo negarlo, me asusta un poco la idea pero no importa, a la chingada, ya estoy en esto y no me voy a rajar por más que me tiemblen las piernas, mi voz se entre corte y el sudor me bañe me voy a rifar como un matador ante un toro frente al publico de una plaza. Quique me indica por donde ir, estamos dejando la ciudad y nos enfilamos hacia la autopista México-Pachuca y le pregunto si la fiesta es en Pachuca a lo que él me dice que es en el Estado de México, en un lugar llamado Ojo De Agua. Despúes de unos 20 minutos tomamos una desviación que nos lleva al lugar, por lo que veo es un lugar recidencial, solo hay casas. Poco antes de llegar a la casa donde es la fiesta nos paramos en un oxxo a comprar un par de botellas y unas cervezas.

Y por fín, despues de más de una hora de viaje, salimos del coche y tocamos el timbre, es una casa bardeada hasta muy arriba y luce como si fueran unas piedras de mediano tamaño las que utilizaron para construirla, se ven muy esteticas. Una mujer preciosa nos abre la puerta y saluda efusivamente al quique, me da la bienvenida y nos invita a pasar. La fiesta está comenzando, no hay mucha gente sin embargo, veo a un par de chicas que se están acariciando y subiendose cada vez más las faldas en un sillon de la sala, en la misma sala, en un rincón veo a un hombre con dos mujeres casi casi cojiendo con una devoción sincera que se nota en lo pasional que se ven y como lo disfrutan. Me pregunto: ¿Què estoy haciendo aquí? y la respuesata es sencilla: necesito esta devoción.

Veo que la gente sigue llegando y la mayoría de las mujeres son hermosas, estoy muy exitado... hice bien en venir.

Continúa en capitulo 7