Es un mártes soleado lleno de gente que se congrega alrededor de tu última morada Enrique... que puedo decir, fuiste asesinado brutalmente. Siempre me dijiste que no tenías ningún enemigo pero el que te hizo esto parece que te odiaba de una manera desproporcionada ¿Realmente en que andabas Enrique? No puedo concebir que tu muerte fuera de esta forma tan despiadada, plagada de saña. Te descuartizaron mi querido amigo y yo que estaba en el departamento contiguo al tuyo no escuché nada... perdóname.

Victoria dice unas palabras acerca de tí mientras bajan tu ataúd, es triste el escenario que presencio, simplemente no puedo soportarlo así que me retiro sin decir una palabra solo me interesa ponerme al volante y divagar por las calles de la ciudad. Después de unas horas llego a mi departamento, tuve que pasar delante del departamento de Enrique que todavia tiene sellos de la policia capitalina. Me siento miserable, con rabia, con una impotencia imperante en cada pensamiento que tengo ¿Quienes fueron esos hijos de puta que te mataron? Así como es la ley en este país, talvez nunca lo sabré. Es frustante.

He comido poco en estos dos días, busco en el refrigerador; no hay nada, solo una cerveza, la destapo y le doy un buen trago. husmeo en la alacena y me encuentro con un viejo fantasma capas de matar... es la pistóla que compré en tepito hace unos meses. No quiero cometer una locura, la voy a tirar a un canal de aguas residuales pero primero la voy a limpiar muy bien para que no quede ninguna huella de mis dedos no vaya a ser que hayan cometido un crimen antes que pasara a mis manos, sería el colmo que me cargara la tira por un crimen que no cometí. Pués estoy de vuelta en mi coche buscando donde deshacerme del arma. La luz roja de un semáforo me detiene en un cruce vial, enfrente de mí veo otro fantasma... ¡Es Georgina y el calvo de mierda! ¡Malditos hijos de puta! ¡Los voy a matar! saco de la guantera el revolver y le pongo las balas, ¡Me vale mierda que todo mundo me vea, ahora va la mía! El maldito trae la ventana abierta me le acerco y le digo apuntándole que le llegó su hora, maldito calvo, estas temblando de miedo infeliz ¡Así te quería ver! pinche perro ahora suplicas por tu vida pero no pensaste que al llevarte a Georgina de mi lado me arruinaste dejandome al borde del suicidio y por más que me suplique también esta perra por su vida ¡ A los dos me los voy a chingar!

Detoné el arma en 5 ocasiones... 3 balazos a Martínez y 2 a Georgina, a ambos les di en la cabeza. Estan muertos.

El sonido del revolver llamó la atención de todos los que estaban ahi, incluyendo un par de policías que estaban en su patrulla y me siguieron hasta aquí, a mi departamento. Cerré bien la puerta, los muy putos no se atrevieron a entrar solos por lo que pidieron refuerzos y ahora me tienen copado. Escucho pasos y murmullos en las escaleras... ya vienen por mí. Me queda una bala, no pensé que mi vida terminara de esta forma ni en mis mas locas pesadillas, algunas veces pensé en quitarme la vida pero nunca me lo tomé en serio, llegó el momento de considerar esa opción seriamente. No me imagino viviendo en la carcel por 25 años o más mientras me violan y golpean con salvajismo aferrandome a la esperanza de que en una de esas me maten y terminen con la pesadilla. Yo creo que mejor me ahorro ese camino y tomo un atajo... Aún me queda una bala en el revolver, la policía ya esta tocando a la puerta dicen que si no me entrego van a entrar a la fuerza... debo tomar una decisión cuanto antes, ya no queda tiempo. Georgina, Enrique. Te amo Victoria, me diste una buena vida, lástima que te conocí solo unos meses pero a donde quiera que me lleve esta bala, estaré agradecido. Me pongo el revolver en la boca, me tiembla la mano. Este es el final...

continúa en capítulo 12