continuación del capitulo cuatro (SARA)
Escrito por martins ( Offline), el 31 de octubre de 2009
la buena mujer lanzó un profundo suspiro y prosiguió diciendo: _Algunas veces me despierto por la noche y me quedo pensando en una bonita cocina eléctrica; no hace falta que sea muy grande, basta con que me ahorre trabajo _la delineó en el aire con sus manos gordezuelas y hábiles_. Pero lo que es...!qué cierto resulta eso de " y los sueños, sueños son!" _No te preocupes, tia carry _dijo Carlota con calor_: la tarta de manzana que nos has hecho en tu horno anticuado estaba exquisita de veras. _Cuánto me alegro de que te haya gustado, Carlota _de nuevo parecia haber recuperado su sempiterno buen humor y excelente ánimo_. El pan y las tortas están hechos en casa tambien. Y la mermelada de ciruela... Vamos, vamos, !vaya!: ahí tenéis al pobre Pedrito que se está durmiendo otra vez. !En marcha! !Todos a la cama! Tomó del aparador una palmatoria de ceramica. _Pero ¿dónde está Sara?_preguntó Carlota, mirando por la ventana. Era ya casi de noche. Una solitaria estrella centelleaba en las alturas, como si fuera una joya sujeta al terciopelo azul-negro del cielo. _Con la noche vuelven los cuervos a casa _dijo tia Carry_. Sara regresará cuando se haya cansado lo suficiente. Dejad a "Satán" que salga, queridos, antes de subir a vuestros cuartos. Ya está arañando la puerta. Las escaleras de acceso al piso superior estaba oscurisima y se iba retorciendo de continuo. Pedrito agarró fuertemente la mano de su hermana, observando encandilado las sombras gigantes que les precedian conforme iban subiendo las escaleras. ¿Era realmente su propia sombra la que veía reflejarse en las paredes, con una cabeza tan grande como la de un león y una nariz de bruja? !Crac, crac, crac!, se quejaba el barandal al inclinarse sobre él. !Crac, crac!, le contestaban a dúo los escalones. Llegaran a un descansillo y se encontraran de pronto frente a un largo espejo de forma ovalada. A mano esquierda, dos escalones más conducían a una puerta recubierta de paño verde. _Por ahí se va a las habitaciones del señor Hubble _indicó tia Carry. A la derecha se abría otra corta escalera, y por allí fueran. Una súbita corriente de aire hizo vacilar la llama de la vela que llevaban. Las sombras se dispararan hasta arriba y hacía abajo, como ogros hambrientos. Otro descansillo más, con cuatro relucientes puertas, dos a la derecha y dos a la esquierda. Frente a ellos, la estrecha escalera se prelongaba todavía_. Este es el baño... _Tia Carry les abrió una puerta, invitándoles a mirar_. Y la habitación de Alarico...Esta, para Jonatán y Pedrito. Un momento, esperad que os encienda otra vela... Carlota, espero que no te importe dormir en la misma habitación que Sara. Pensé que asi te sentirias menos sola. Una vieja casa como esta exige tiempo para acostumbrarse a habitarla... Claro es que a carlota si le importaba; pero estaba demasiado bien educada para decir una sola palabra al respecto. Nunca había tenido que compartir una habitación hasta entonces. Seguió a su tia hasta el dormitorio. Tia Carry puso la palmatoria sobre la masita de noche, y Carlota pudo ver el reflejo de la vela en la oscura y reluciente superfície de una vieja prensa para planchar, y otro reflejo en el espejo que colgaba encima de la anticuada mesa de tocador. Cuatro mayúsculas velas lucian en las bolas que remataban las esquinas de un enorme lecho doble. _Espero que estés cómoda _dijo tia Carry_. Ten un poco de cuidado con la palmatoria, porque no estás acostrumbrada a usar estas cosas y más de la mitad de la casa es de madera. Tienes el colchón de plumas. Siempre he dicho que para estar caliente no hay nada como eso. Bueno, ahora voy a ver si tus hermanos necesitan algo. Cuando estuvo sola, Carlota se dedicó a mirar en torno suyo, llena de curiosidad. Asi que ésta era la habitación de Sara... Sara, la desconocida muchachita que se negaba en redondo a que ellos vinieran... ¿Sería Sara quien puso aquel gran ramo de amapolas en un jarrón sobre la mesa del tocador? Se paseó un poco por la estancia y hechó una ojeada a los lomos de los libros que habían en el estante: cuentos de hadas, de Hans Andersen; Cuentos de hadas antiguos, Peter Pan, Alicia en el país de las maravillas, Cuentos de los hermanos Grimm... Entonces se dio cuenta de que había algo sujeto con una chincheta al mismo estante de los libros. Era un pedazo de cartón blanco y tenía escrito con letras imitando a las de imprenta: "Cuidadito con coger nada" !Lo que faltaba! La indignada mirada de Carlota se paseó alrededor de la habitación. Una advertencia semejante estaba apoyada en el jarrón de las amapolas y otra incluso en la repisa de la chimenea. La niña se sentió vejada. Con toda rapidez abrió su maleta, que estaba al pie de la cama, y sacó su pijama azul y lo puso junto al camisón blanco de Sara, bajo la parte superior de la colcha, de bonito dibujo formando rosas. Luego empezó a sacar libros de la maleta: Vida montaraz en el campo, flores en los seíos vivos, pájaros silvestres, y otros por el estilo, colocándolos justamente al lado de los de sara. Pero no había terminado aún. Del mismísimo fondo de su valija tomó algo cuidadosamente envuelto en papel de seda. Era una fotografía enmarcada de su padre, su madre, Jonatán, Pedrito y ella misma, tomada el ultimo verano en el jardín de la parte posterior de su vivienda. Y alli quedó el retrato, desafiante, en mitad de la repisa de la chimenea. La niña lo observó satisfecha. !Ya aprenderia aquella Sara!... Pesadas cortinas de sarga color ciruela tapaban la ventana. Carlota descorrió una y miró hacia fuera. Apenas podia distinguir algo, con excepción por los oscuros perfiles de los árboles al final del prado y de su propio rostro reflejado en el vídrio. Un büho se deslizó en silencioso vuelo por encima de los árboles y emitió su solitaria llamada:"!hu-hu! !hu-hu!". De repente, Carlota se dio cuenta de que habia otra cara reflejandose junto a la suya en el cristal de la ventana. Un rostro envuelto en sombras, con dos enormes ojos. !Alguien estaba mirandola por detrás! Su corazón dio un salto. Giró en el acto sobre si misma, y alli habia una niña _más joven que ella_ con el gatazo de de marras, el tal "Satán", en sus brazos. _Ho...hola! _Carlota balbuceaba_. Me has dado un buen susto. Tú debes ser Sara. ¿verdad? El estirado pelo negro de la chiquilla terminaba a la altura de los ojos, con un flequillo que casi se los tapaba. Unos ojos que Carlota, viéndolos ahora con mayor atención, pudo contemplar que no eran oscuros, sino verdes, y centelleantes de rabia por añadidura. _!Esta es mi habitación! _estalló Sara. !Y todo lo que hay aqui es mio! ¿te enteras? !No tienes que tocar absolutamente nada! Por cierto. ¿Quien ha puesto esa foto ahi? !Hace falta cara dura! Se lanzó por la fotografía: pero Carlota estaba ya de pie junto a la repisa de la chimenea, protegiendo el marco y la foto con la mano. _Tia Carry me dijo que podia compartir contigo la habitación. _intentaba hablar con calma_. Yo no quería; pero... _!Éste es mi cuarto! !Es un abuso!... No veo por qué... _¿Qué sucede, Sara? Vamos, pequeña, procura calmarte. Tia Carry habia aparecido en el umbral de la estancia, con gran alívio de la pobre Carlota. _Esa no es forma de recibir a un invitado _decia tia Carry. :Ella no es mi invitada. Sara empezó a dar patadas en el suelo, congestionada de furor. El gato negro que llevaba en brazos dio un salto y se deslizó hasta el suelo, como si ni siquiera él pudiera resistir las rabietas de la chica. _!Yo no les dije que venieran! !Los odio! !Quisiera quese fuesen! !Que se vayan! _chillaba la interesada, fuera de si. _!Chist! Sara, escuchame: cuanto menos digas ahora, de menos cosas tendrás que arrepentirte despues. Y ahora llévate abajo a "Satán", sé buena. Ya sabes que no le dejamos subir a esta planta. Por toda respuesta Saraarrugó la naricilla y luego sacó un respetable pedazo de lengua en direción a tia Carry. Luego salió como un bólido del cuarto, dando un portazo tras de si. !Crache! Pedacitos minúsculos del yeso que formaba el cielo raso cayeran como copos de nieve sobre los circunstantes. _!Ay, señor! _musitó tia Carry_, !no sé que vamos a hacer con ella! De veras no lo sé. Ya me estaba temiendo que ocurriera algo semejante. Lo siento muchisimo, querida Carlota. La niña terminó de deshacer su maleta. Sus mejillas ardian. Deseaba con todo su corazón poder hallarse en su pequeña pero propia habitación, en casa. Quisiera no haber venido nunca, pensó dolida.
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1
Escrito por martins ( Offline), el 02 de noviembre de 2009
2 votos · Leído 52 veces · 1 comentario · 18 pasajes debajo
Aquella noche Sara se durmió en cuanto apagó la vela; pero la pobre Carlota estuvo dando vueltas en la cama durante horas, pese al colchón de plumas. !Vaya lata con las dichosas campanas!, pensaba. ¿Porqué tenian que sonar con tanta ... Leer mas
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