!PRISIONEROS!
Escrito por martins ( Offline), el 02 de noviembre de 2009
Aquella noche Sara se durmió en cuanto apagó la vela; pero la pobre Carlota estuvo dando vueltas en la cama durante horas, pese al colchón de plumas. !Vaya lata con las dichosas campanas!, pensaba. ¿Porqué tenian que sonar con tanta fuerza? Tia Carry ya le había prevenido acerca del roloj de la Catedral, desde luego: _Cada cuarto de hora suena; pero pronto te acostumbrarás a eso. Supongo que si nosotros fuéramos a pasar una temporada en tu casa, en Brindley, al principio nos mantendría despiertos el ruído del tráfico. Y de nuevo daba la hora. Carlota contó las campanadas: !Doce! !La medianoche! Bostezó y se dió la vuelta. Luego, de pronto, quedó inmovil, como si estuviera helada, oyendo ciertos ruídos. _!Clamp! !Clamp! !Clamp! Alguién pasaba por la parte exterior: una persona calsando pesadas botas de clavos, a juzgar por el ruído. ¿Un ladrón? Pero si lo fuera, seguramente utilizaría unos zapatos que hiciesen menos ruído. Armandose de valor, Carlota saltó de la cama y se acercó a la ventana que estaba abierta. !Otra vez el dichoso ruído! !Clamp! !Clamp! !Clamp!...Parecía provenir de la esquierda, del extremo más alejado en lazona de la elevada pared del jardin. Luego una voz gritó, dejando a Carlota todavía más confundida: _!Las doce en punto y sereno! !No hay novedad! Otra voz sonó a sus espaldas, contrariada a la par que somnolienta: _¿Qué estás haciendo ahí? Era Sara, sentada en la cama y mirando a Carlota estupefacta. _Alguién va por fuera... _empezó a decir Carlota. _Es Latchum_cortó impaciente Sara. _¿Latchum? _!Si, el sereno! !Por todos los santos, vuelve a meterte en la cama! !Me has despertado!. Sara se volvió del otro lado, displicentemente, y se arrebujó entre las sábanas de nuevo, subiéndolas hasta casi taparse las orejas. !Un vigilante nocturno!, se dijo Carlota, en el colmo del asombro, mientras volvia a introducirse en el lecho. !Qué sitio más extraño aquel! Y tanto: cualquiera hubiese pensado estar viviendo en el siglo diecinueve y no en el vinte. Tendría que contarselo todo a Jonatán por la mañana. Mientras se regocijaba pensándolo, el sueño terminó venciendo a su cansancio. Cuando Carlota despertó a la mañana seguiente, su compañera de habitación estaba ya de pie y vestida. Peinaba su negra y brillante cabellera, contemplando con resentimiento la fotografia de la família de Carlota, que continuaba descansando en la repisa de la chimenea. Carlota se quedó de una pieza al ver a su camarada nocturna. Sara vestia una tela de color pardo, burda y áspera, con un cuello muy alto y largas mangas, que daban la impresión de resultar incómodas. ¿Acaso le habría hecho aquel traje la propia tia Carry?, se preguntó Carlota. !Qué terrible era tener que llevar semejante adefesio pasado de moda! "Pobre Sara _pensó la niña_; tengo que procurar ser amable con ella, a pesar de lo mal que se haya podido comportar ayer con todos nosotros". _!Hola, Sara!..._empesó cortésmente. Pero su interlocutora dejó el peine en el tocador y, sin una sola mirada, se fue derecha hacia la puerta, salió y la cerró con estrépito. Bueno, si continua en esa postura, pensó Carlota, y se encogió de hombros. Se lavó y arregló rápidamente, dejándose deslizar su trajecito de algodón, malva y blanco, de suave tacto, por el cuerpo, una vez introducida la cabeza, y cepillando despues cuidadosamente su larga y rubia cabellera. "!Qué suerte que mamá no sea una persona pasada de moda en sus gustos". estaba considerando. Alguién llamó a la puerta, y a renglón seguido hicieran su aparición Jonatán y Pedrito. _¿Habéis oido el sereno esta noche? _les preguntó. _¿Un vigilante nocturno?_ preguntó, a su vez, estupefacto, Jonatán. _Eso es, Primero dio la hora, y luego indicó el tiempo que hacía en esos momentos. _Tú has tenido alguna pesadilla. _Jonatán no creía una sola palabra de aquello_. Ya no quedan vigilantes de esos en nuestra época. Creo que es algo antiguo. Espera, creo que los llamaban de muchas formas... En fin, no recuerdo; pero ahora no queda uno. Lo que si hay es una clase de policia que hace rondas sin parar toda la noche... Carlota sonrió. _No voy a discutir contigo; pero moléstate en preguntarselo a tia Carry. Puede que te lleves una sorpresa. En ese momento su vista se fijó en un marco alargado que colgaba encima del lecho y en el cual se encerraba un pedazo de seda, gastado y descolorido por la acción del tiempo, con el seguiente verso bordado en él: Marcos, Juan, Mateo y lucas, bendigan la cama en que descansen. Sara Adelaida Freemantle. 1893. _Me pregunto si lo bordaría la abuelita de Sara _dijo Carlota dubitativa_. Fijaos en esas flores, en esos pensamientos. ¿Verdad que son iguales que los de verdad? Pero aún asi, no me importa... Se interrumpió en seco, escuchando unas alteradas voces procedentes del exterior. _!Y yo te digo que no! Era la voz de Sara chillando desde abajo, y por cierto sonaba como si hubiera cogido una rabieta de alivio. _El orgullo es muy mal consejero_decia tia Carry. _!No me importa nada! !He dicho que no me desayunaré con ellos! ¿lo oyes? !Me fastidian! !No, no y no! !Bowley estúpida! Una puerta se cerró con tal estrépito que por un momento pareció fuera a romperse. Los niños se miraran entre si, completamente avergonzados del espectáculo. Al cabo de un rato, Jonatán pareció recuperar el uso de la palabra, y dijo a sus hermanos: _Yo no me preocupo demasiado. Me gusta la casa, y me gustan tanto la tia como el tio Harry. Esa criatura boba no me va a estropear las vacaciones, os lo aseguro. _Aseguro_ lehizo eco con tozuda expresión Pedrito. Su hermana rió de buena gana, y en seguida se lanzaran los tres escaleras abajo. _Por aqui, queridos_llamaba en ese momento tia Carry. La enorme cocina estaba llena de sol y olia apetitosamente a tocino friéndose en la sartén, Un alegre fuego chisporroteaba ruídoso en la reluciente cocina de carbón, y muy cerca de él se allaba "Satán" vigilando atentamente la marcha del guiso, retorciendose mientras los bigotes y nervioso, sin duda, ante el hambre que debía sentir ya. Jonatán atravesó la pieza, acercándose a la ventana para mirar bien fuera. Allí estaba la esbelta aguja del templo, proyectándose como un ciprés hacía el infinito, hacía el cielo intensamente azul de aquella mañana, en tanto el sol lucía desde el Sudeste, tornando de un verde pálido y dorado el follaje de los tilos. Alguién abrió una puerta hacia la derecha y se escucharan las notas de un himno religioso. _Es el coro de la Catedral, que ensaya para el domingo_aclaró tia Carry. Cantaban solamente la música del himno, las adorables y bien trabadas melodias, sin añadir las palabras. Si la música pudiera expresarse por medio de colores, aquellos himnos serían de un bello tono púrpera y oro, quizá carmesí dorado, decidió in mente Jonatán. Se sentaran todos a la mesa para desayunarse. _Sólo estamos los cuatro _indicó tia Carry en tanto procedía a servir el café_. Harry desayuna muy temprano. Carlota se dió cuenta de que ni siquiera mencionaba a Sara. Ha caído en desgracia, pensó; y la verdad es que no me extraña, terminó opinando para su coleto. Observaba a tia Carry, al otro lado de la mesa. Al cabo habló: _Jonatán no cree que lo que le he dicho sobre el sereno sea la pura verdad. Pero yo lo oí bien claro pasar por delante de casa anoche. Tia Carry sonrió: _Espero que no te hayas asustado, querida. Olvidé avisároslo. Desde luego, es un autentico vínculo con el pasado, si uno quiere mirar las cosas de ese modo. _¿Asi que va de veras lo del sereno? El tenedor de Jonatán quedó a medio camino entre la boca y el plato. _!Pues claro que si! El sereno es el señor Latchum. Y cuidado que le gusta "vestir" el cargo, como podréis observar cualquier noche. Es un excelente persona ese anciano; pero me temo que tanto Alarico como Sara...!Bien, qué más da! Es el último vigilante de todo el linaje de serenos. Los miembros de su família llevan en el ofício más de cien años en esta zona. Su padre y su abuelo fueran también vigilantes nocturnos de los alrededores. Pero los tiempos cambian muy de prisa, y incluso la Catedral y todos sus aledaños tendrán que acabar por adaptarse a ellos. Cuando el señor Latchum tenga que retirarse del puesto, nos vamos a quedar ya sin sereno. En cierto sentido, es triste ver como van desapareciendo las viejas costumbres, una a una. !Y tanto! Al fin y al cabo, no hace mucho tiempo, incluso el alumbrado público de esta ciudad era de gas. Todas las tardes veíamos, al caer la noche, al encargado de encender las farolas, dando vueltas con su pértiga...
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1
Escrito por martins ( Offline), el 04 de noviembre de 2009
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_!Qué divertido!_indicó Jonatán, más bien ansioso. Tia Carry sonrió: _Eres tan incorregible como el señor hubble. Los dos haríais muy buenas migas juntos. Bueno, veamos, ?Qué pensáis hacer esta mañana? _Yo, pintar_ se apresuró ... Leer mas
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