CONTINUACIÓN DE PRISIONEROS
Escrito por martins (Desconectado Offline), el 04 de noviembre de 2009
_!Qué divertido!_indicó Jonatán, más bien ansioso.
Tia Carry sonrió:
_Eres tan incorregible como el señor hubble. Los dos haríais muy buenas migas juntos. Bueno, veamos, ?Qué pensáis hacer esta mañana?
_Yo, pintar_ se apresuró a decir Jonatán.
_!Ah! De modo que eres todo un pintor, ¿eh? Acuarelas, supongo. ¿Ya tienes caballete? Hay uno en el desván: lleva allí años y años. Creo que perteneció a la abuela de Sara, que murió antes de nacer la niña. le gustaba pintar de vez en cuando. ¿Quieres usarlo tú Jonatán?
_!No faltaba más! _ Jonatán se apresuró a engullir el resto de su desayuno_. ¿Puedo ir a cogerlo?
_No, no puedes _dijo entre risas Carlota_. En primero lugar vamos a ir de exploración todos juntos. Es decir, si nos dan permiso...
Dirigió una mirada inquisitiva a tia Carry.
_Id donde queráis. Si os encontrái con el viejo Gowdy, que es nuestro jardinero, recordad que su aspecto es más feroche que sus actos. No habrá problemas mientras os mantengáis a respetuosa distancia de sus adorados tomates. Me temo que su trabajo le viene ya grande; va entrando en años, ¿sabéis? Pero aún hace maravillas con el huerto que tenemos aquí, al lado de la cocina.
_Un momento. Subo a por mi cajita _dijo Carlota.
Nunca salia sin ella, porque su pasatiempo favorito era la recogida de flores silvestres, que luego conservaba secas del modo apropiado. Llevaba ya dos años haciéndolo, y realmente poseía una bonita colección, que se habia traído en el viaje hasta Stoweminster.
_Id por el pátio _les advertió tia Carry_, y luego cruzad la cerca por una puertecilla blanca que encontraréis.
Cuando pasaban por el patio salió un hombre de una de las dependencias anejas a la casa principal, llevando un cubo en la mano.
_Es el viejo Gowdy _susurró Jonatán a sus hermanos.
El anciano se detuvo al verlos.
_¿Dónde está la astuta Sara? _dijo, mientras miraba con aire de sospecha a los niños, con ojos como diminutas hendiduras de color azul interrumpiendo la uniformidad de su rostro, curtido por el aire y el sol hasta conseguir darle su tono bronceado, surcado por todas partes de arrugas y más arrugas. Se colocó la mano a la altura de la oreja isquierda, dispuesto a escuchar la respuesta de Carlota.
_No, no lo sé, vie... digo señor Gowdy.
Enrojeció ante su error.
_Anduvo fastidiando poraqui, y me rompió las cañas de la tomatera con su pelota. Aqui, aqui la llevo.
Dejó el cubo en el suelo y empezó a buscar por los bolsillos de su gastado chaleco de piel. Luego alargó a Pedrito una pelota verde más bien peueña.
_Si lo conté al abuelo. Asi que ahora cuidadito con ir fastidiandome en lo más minimo. !Estaria bueno!...
Se alejó con pasos no muy seguros, rezongando por lo bajo y moviendo de un lado a otro la cabeza.
Descorriendo el cerrojo de la puertecilla de madera que les había indicado tia Carry, se encontraran, al atravesarla, en un paseo enlosado, al parecer bastante largo. La hierba crecia entre las junturas, y a través de las rajas del pavimento. Toda una teoría de zunzón bérula, pajarera y paniquesillo. Un prado se extendía ampliamente por la parte posterior de la casa, hacía la esquierda del paseo, y hacía la derecha, al otro lado de unos pequeños huertos, había un seto compuesto de tejos, por encima del cual aparecian las cargadas ramas de perales y manzanos.
Carlota arriesgó una ojeada a través del seto.
Ahí está el huerto de la cocina. Puedo ver los invernaderos.
Jonatán señaló el cartel colocado por Sara, comentando, luego de haberlo leído en voz alta:
_Vaya si hace falta cara dura! ¿Y qué estará haciendo ahora la susodicha? Bueno, espero que no le hecharemos la vista encima.
Llegaran ante una alta pared de ladrillo rojo en las cercanías de la cual los perales y ciruelas, hasta entonces cuidadosamente atendidos, empezaban a luchar con las nuevas y floridas extensiones de la hierba trepedora que por allí abundaba. Jonatán señaló un pasaje abovedado que se abría ante ellos.
_¿Qué habrá por aqui?
Se deslizó por el pasadizo, seguido de sus hermanos. !Vaya obcuridad! Un estrecho senderillo se perdia, dando vueltas, tras de unos viejisimos tejos _cuyas prominentes raíces, sobresaliendo del suelo, parecian unas garras fantásticas_ y de varios laureles y rododendros. Hacia la izquierda el terreno iba descendiendo rápidamente. Llegaran después a una corta escalera de pétreos peldaños, resbaladiza por el musgo que casi la cobria, y tras breve descenso se encontraran en un diminuto y hundido prado de abundante cesped. Un manzano silvestre de hojas purpúreas había dejado caer algunos de sus relucientes frutos de tono carmesí, por el suelo húmedo y cubierto de hierbajos. Era un lugar exremadamente tranquilo, y solitario en verdad.
Pedrito salió disparado hacía las manzanas silvestres que yacian en el suelo, y, sin dudarlo un instante, empezó a llenarse los bolsillos.
_Son muy ácidas _le advirtió Carlota, quien cruzó luego el pequeño recinto para alcanzar, en el extremo opuesto, unas flores blanquinegras que había visto crecer bajo los árboles.
Jonatán por su parte se mantuvo casi inmóvil. Sus manos, metidas en los bolsillos del pantalón, se abrian y cerraban de continuo, obedeciendo a la excitación que le dominaba. Era el mismo momento de pisar aquel prado, empezó a embargarle cierta sensación, un sentimiento peculiar. Era la clase de percepción que a veces le acomete a uno cuando juega a eso de "frio-frio-caliente, etc,, y está en trance de "quemarse" cada vez más. Jonatán conocía bien tal emoción propia. La había sentido antes más de una vez. Sabía lo que significaba. !Algo estaba a punto de acontecer!
Llamó a su hermana:
_Tengo otra vez esa sensación extraña que me ronda. Ya sabes...
_Espero que sea algo agradable, por lo menos.
_Carlota puso sus flores de hierba mora en la cajita que llevaba_. Yo también siento algo especial, y desde hace rato ya. Tengo la impresión de que alguién nos está vigilando ahora.
Ambos miraran en derredor con inquietud.
_¿Sara quizá? _sugirió Jonatán.
_Pudiera ser. Si es ella, quisiera que diese la cara. me molesta mucho que me sigan. Es una sensación que te sube por la espina dorsal...
De pronto Jonatán señaló algo.
_¿Qué es aquello? Parece un edificio de alguna clase.
Estaba al otrolado de unos matorrales, hacía la derecha del pequeño prado en que se hallaban, medio oculto por el ramaje verde azulado de un gran ciprés. Se dirigieran hacía alli.
_Fijate, hay unos escalones_dijo Jonatán.
En cuatro saltos ascendieran aquella escalinata de piedra y llegaran ante un edificio semiderruido, de piedra arenisca, cuyo aspecto no ofrecía excesiva confianza. Había una sólida puerta de madera enmarcada por piedras toscamente talladas, formando un portada con arco de medio punto.
_Esto no puede ser una residencia para verano _indicó Carlota_. Sólo tiene una ventanita de nada, colgada allá arriba, ?laves? Y encima tiene una reja.
Jonatán intentó empujar la puerta, sin resultado alguno.
_Cerrada_ manifestó con aire desilusionado.
_Tiene una llave en la cerradura_ señaló su hermana. !Crooaac! La puerta cedió, emitiendo un prolongado chirrido al girar sobre sus enmohecidos goznes, y todos penetraran en el interior del recinto.
_!Pues vaya un fresquito que hace aqui!_ confesó Carlota con un estremecimiento. El lugar ex-helaba un potente olor a humedad y abandono. Por todos los rincones surgió un murmullo contínuo, al revolotear las hojas secas amontonadas. Pero Jonatán estaba excitadísimo. Tenía un "olfato" especial para todo lo relacionado de algún modo con la historia, y en aquellos momentos consideraba estar sobre la pista de algo que bien podia resultar interesante.
_Tengo una idea_indicó, y de un salto se plantó en el exterior_. Si, esto es la parte baja de una torre. Una torre vigia probablemente. Puede que el remate se haya hundido con los años, dejando en pie tan sólo este recinto. Y me da la impresión de que es...
_¿De que es qué? _preguntó Carlota interesada.
Jonatán regresó al interior.
_Una mazmorra.
_¿Qué es una mazmorra, Jonatán?_preguntó con su media lengua Pedrito.
_?Una mazmorra? Pues un sítio que usaban para encerrar a los presioneros. Los metian alli y los tenían después años y años sólo a pan y agua. A menos que escapasen, claro está. Pero trabajo le doy a quien quisiera huír de aqui. Esa ventana es tan pequeña que no dejaría pasar a un gato...
_Y esto ¿para qué servirá?_ preguntó Carlota señalando una pesada losa de piedra, inserta en el muro, que se presentaba dando frente a la puerta de acceso.
Estaba un tanto elevada sobre el suelo, unos noventa centímetros, casi un metro en realidad. La parte delantera, asi como las laterales _lo que podia verse de todo ello, puesto que alguién habia arrojado sacos viejos encima de la losa, y colgaban de la misma_ estaban reforzadas con viejos ladrillos que tapaban el hueco aventual.
_Puede que sea la cama del prisionero _dijo Jonatán con una mueca de tipo irónico en su faz_. Algo dura para tu gusto, ¿eh Carlota?
Trepó hasta situarse encima de la losa, y luego se extendió de espaldas sobre la misma, alargando las piernas, y juntándolas luego al tiempo que reunia ambas manos en piedoso gesto, cruzadas sobre el pecho.

 

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Escrito por martins (Desconectado Offline), el 10 de noviembre de 2009
 1 voto · Leído 24 veces · Sin comentarios · 16 pasajes debajo
_Pero ¿qué estás haciendo?_preguntó Carlota _Soy un caballero estupido encima de su sepulcro. Claro que tendria que estar sin narices, y con los pies rotos a la altura del tobillo, poco más o menos, para dar entonces la auténtica ... Leer mas


 
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