Abrió con una llave la puerta de la alacena, y, encaramándose a un taburete, bajó un pequeño jarrito del estante superior de la misma.
_|Vaya lio! _gruñía Alarico al salir con su hermana de la cocina, llevando consigo la provisión de clavo_. Tenía que haberlo conseguido por mi cuenta, sólo que ya sabía yo que siempre guarda lo de su dichosa alacena bajo siete llaves; bueno, al menos desde que le hiciste tú aquella faena, Sara...
_!Y ahora tendrás que ír al dentista! _chilló alborozada la niña_. !Pobre Alarico! Oye, mira que es difícil recoger todo lo que se necesita para el próximo experimento, ¿no? Quiero decir, !son cosas tan raras! ¿Cómo vamos a conseguir un pelo de la cola de una vaca y...?
_!Chist! !Aquí no, estúpida! Las paredes oyen, como diría Bowley. Más tarde vamos a ír tú y yo en bici a dar una vuelta por esos campos cercanos. Pero primero...
_¿Primero qué?_preguntó la niña.
_En primer lugar iremos a sacar al pobre "Satán", nuestro viejo amigo, de su encierro en el desván. Lleva allí cuatro dias nada menos, y supongo que estará más que harto.
_Oye, Alarico. ¿No crees que esos chicos sospechan...?
_Tenemos que andarnos con mucho ojo. He "pescado" a Carlota lanzándonos de cuando en cuando unas miradas extrañas. No creo que nos estuviera escuchando detrás de la puerta ayer, cuando hablabamos en nuestro dormitorio, pero, en fin... Hasta cierto punto es una lástima que no podamos dejarlos colaborar en esto. Esa chica, Carlota, sabe un horror sobre plantas y cosas de esas. Así que sí nos ayudara...
_Yo no confiaría en ellos _aseguró Sara celosa_. Podrían irle con el cuento a Bowley. No, tenemos que llevarlo entre tú y yo solitos. Sólo nosotros, Alarico. !Nadie más!

A última hora de aquella misma tarde, los cinco chicos estaban reunidos junto a la vieja fuente que había enfrente de la Catedral. Los tres Vaughan habian vuelto momentos antes de su excursión en coche al castillo de Kessing.
_Lo hemos pasado estupendamente_aseguraba Carlota, cuyas mejillas, pálidas por lo regular, ardían aún de excitación, y cuya cajita para la colección estaba repleta de nuevos especimenes.
_¿Fuistéis a la Escalera de los Fantasmas?_preguntó Alarico con una mueca.
_Todo eso son tonterías _repuso la aludida con firmeza_. Sólo creo lo que veo con mis propios ojos.
_Y oídos, ¿no?_aventuró astutamente Jonatán recordando los últimos acontecimientos.
_Esa es la cuestión, así se consigue una mente cientifica_torció Alarico aprobatoriamente_. Busca siempre pruebas...
"Satán" vino a paso ligero por el senderillo enarenado, y llegando a la altura de las piernas de Alarico se frotó satisfecho contra los calcetines del muchacho, tras de lo cual se perdió entre los arbustos que empezaban detrás de la fuente.
_!Ya veo que has vuelto, Alarico, querido!_chilló una voz.
_!La hemos fastidiado!_rezongó el chico.
Se aproximaba a ellos por el sendero la prima de Elias Trinket, la señora Tabhita Trinket, que le atendía la casa. Vivía al lado del señor Hubble y los suyos.
_¿Lo has pasado bien?_inquirió miss Trinket, en tanto dirigia una mirada circular al grupo, con sus ojos verdes y enteramente redondos cual si fueran granos de uva salvaje sin madurar_. !Qué lástima que no tuvieses tiempo para mandar una trajeta!
Era realmente asombroso, pensó el muchacho, cómo se las solía arreglar la interesada para enterarse de las cosas. No se le escapaba detalle. Para ella no había secretos.
_Y vosotros supongo que debéis ser los sobrinos de la señora Bowley, los de Brindley_continuó miss Trinket volviéndose hacía Carlota y sus hermanos.
Hablaba y hablaba sin tregua, dando de vez en cuando un golpecito a su enorme sombrero de color rojo rabioso. Sin duda le encantaba charlar. Era su ocupación favorita. Incluso, como era entonces el caso, si el auditorio mostraba signos de aburrimiento, la cosa era hablar, hablar._!Anda! _Repentinamente se inclinó para coger a "Satán", que pasaba de nuevo por allí, y empezó a acariciarlo_. !Ya tenemos otra vez de vuelta el pobrecito. Y con ese nombre tan horrendo que le habéis puesto! ¿Dónde te has metido durante estos días? Miss-miss.
_No ha estado en ninguna parte_dijo Alarico ferozmente.
_Ya lo creo que si _declaró miss Triket_. Acostumbro a poner siempre un plato de pescado para él. Lo dejo en la puerta de atrás. Y mis gatitos queridos suelen dejarle bastante comida. Pero no se ha acercado por casa en cuatro dias. Claro que ha rondado por allí otro gatazo negro, muy feo; más grande que el pobre "Satán"...
Carlota pudo apreciar la indignada expresión que aparecía en el rostro de Alarico.
_Tiene que haber sido "Satán"_dijo con aspereza.
_Claro que era él_intervino Sara, mirando desde la parte superior de la fuente, en donde un rato antes se encaramó, al sombrero gigantesco de miss Trinket. Y su mirada no tenía el menor aire amistoso.
_!Es absurdo! _miss Trinket parecía estupefacta_. Os digo que no era "Satán". Ese gato de que hablo era negro como el carbón; todo él negro. Y "Satán" tiene una manchita blanca aquí._ Levantó la cabeza del gato_¿La veis? Justo debajo de la barbilla. No cabe equivocarse. ¿Qué opinas ahora, doña Sábelotodo?
Dio media vuelta y se marchó, mientras Sara la acompañaba con un notable pedazo de lengua extendido en su dirección.
_Tengo una idea _empezó a decir Alarico con cierta prisa, como si quisiera cambiar rapidamente de tema_. Vamos a jugar al escondite después de cenar_concretó.
_!Oh, estupendo!_aprobó Jonatán.
_Pero será ya noche cerrada_objetaba Carlota.
_Más divertido entonces.
_¿Dentro o fuera de la casa?_preguntó Jonatán.
_Fuera, por supuesto. Dejaremos lo de jugar dentro para los días de lluvia.