Continuación y final del: Capítulo: décimo.
Escrito por martins ( Offline), el 08 de diciembre de 2009
_Bueno, hemos llegado al final de la escalera_ anunció en voz baja Jonatán_. Hay veintinueve escalones en total. ¿Y hacía dónde vamos ahora? Dirigió el haz luminoso en torno suyo. Un túnel se abría ante ellos. Al parecer, era lo suficientemente alto de techo como para permitir la circulación de los niños sin necesidad de que éstos encogieran el cuello y lo bastante ancho para ír en fila índia por él. Alguién que fuera alto, como tio Harry, o papá _calculaba Jonatán_, tendría que agacharse muchísimo para recorrerlo. El túnel era muy largo, sin duda, pues no se le veía el fin desde allí. Lo recorrieron a buen paso. Era un sítio húmedo, oscuro y frío, y daba la impresión de írse estrechando conforme avanzaban. Al cabo de un rato el suelo indicaba que la excavación se elevaba hacía arriba. _¿Tienes idea de dónde vamos a ír a parar?_preguntó Carlota. _Ni la menor idea _repuso Jonatán_. !Vaya! ¿Y esto qué es? Su linterna reflejó algo en el suelo. Se arrodilló para recogerlo. _Es una hoja de laurel _dijo su hermana_. Alarico debió perderla la noche que estuvimos jugando a "Sardinas". !Les estamos siguiendo la pista! Vamos, adelante. Doblaron una esquina y vieron ante ellos una alta pared de piedra. _Se acabó el pasadizo_exclamó, desilusionado, Jonatán. _¿Y allí arriba, qué hay?_señalaba Carlota con interés. A casíl dos metros de altura, incrustada en la pared, aparecía una reja. _Sujétame la linterna_dicidió Jonatán. Encotró asidero y lugar para colocar la punta del zapato en las hendiduras que ofrecía el muro de piedra, y al cabo logró alcanzar la reja metálica, mirando a través de la misma. Carlota le dió la linterna. _Parece una bodega o cosa semejante_indicó el muchacho. Se puso la linterna entre los dientes y procedió a sacudir vigorosamente la reja. De pronto, y sin el menor ruído, ésta se deslizó hacía atrás. _!Anda! !Pero si tiene goznes! Voy a ver qué hay al otro lado. _Por aquí tenemos que saltar menos_anunció emergiendo por el hueco de la reja al cabo de unos instantes. _Tú súbeme a Pedrito hasta aquí, Carlota, y ya lo bajaré yo por el otro lado_ordenó a su hermana. Pronto estuvieron los tres sobre el suelo enlosado de la bodega. _Debe ser parte de los sótanos de nuestra casa, ¿no?_susurró Carlota, refiriéndose, por supuesto, a la vivienda del señor Hubble. _Pudiera ser _concedió Jonatán en voz muy baja_. No miramos todo lo de los sótanos, ¿verdad? Carlota husmeó repentinamente el aire. _!Qué olor más raro hay aquí! _Sí, como sí estuvieran guisando coles; sólo que mucho peor_confirmó su hermano, extrañado. _Viene de ahí. Carlota se paseó con la naríz proyectada hacía delante. En el extremo opuesto de la bodega algo negro colgaba en pliegues espesos. Era una cortina. _!Escucha! "!Glob! !Plop! !Gluub! !Plap!" Carlota movió en la oscuridad los pliegues de la cortina, descorriéndola ligeramente. Una luz muy débil se filtró por la abertura. Todos se precipitaron a mirar por allí. La habitación que se extendía al otro lado estaba llena de humo; pero a través del vapor ambiente podían distinguirse dos figuras: !Alarico y Sara estaban allí! El muchacho levantaba algo sobre el suelo: una especie de marmita gigantesca, ennegrecida en extremo. Luego dijo en voz audíble desde donde se encontraban los hermanos Vaughan: _Ya basta por hoy. Lo dejaremos enfriar y volveremos por la mañana. Tú encárgate de apagar el fuego, Sara, y yo me dedicaré a poner un poco en orden todo esto. Carlota dejó caer la cortina, como si estuviera al rojo vivo. Estiró con urgente firmeza la manga de su hermano mayor. Los tres juntos cruzaron a toda prisa la bodega en que se encontraban, y en pocos segundos corrían por el túnel, camino de la salida. Hasta que no hubieron dejado atrás la mazmorra y el prado que a ella conducía no habló nadie. Mientras caminaban aprisa hacía la casa, Carlota indicó: _Jonatán, ¿te acuerdas de cuando éramos pequeños, de la edad de Pedrito? Nosotros también soliamos recoger un montón de hojas y cosas del jardín y ponerlas a calentar en una vieja olla junto al fuego. Hacíamos un "estufado". ¿recuerdas? Sí, ya lo creo que se acordaba. Jonatán sonrió. _Supongo que la mayor parte de los chicos hacen lo mismo alguna vez _dijo_. Mamá acustumbraba echar a la basura todo el resultado. Recuerdo que nos decía: "Puede ser venenoso". O quizá fuera algo muy bueno, considerando todo lo que llegábamos a meter allí. !Ah!, y también le dábamos un nombre curioso a aquello, ¿no es así? _Buscó en su memoria_. Una poción... No, no era eso. !Un conjuro! Vamos a hacer un conjuro. Luego empezábamos a buscar hierbas, hojas, barro... _Pero ¿no te das cuenta? _le interrumpió su hermana_. Eso es justamente lo que ellos estaban haciendo. Sólo que no pensaban tirar luego el resultado. Desde luego que no. Iban a seguir hasta el final. Lo que de veras se propongan es lo que hemos de averiguar. Me pregunto qué habrían puesto en el caldero; debía ser algo muy especial. Quizá... _!Ya lo tengo! !El conjuro de los Hubble!_dicidió Jonatán. Los ojos castaños de Carlota se iluminaron. _!El ensalmo de los Hubble! _repitió riendo_. !Muy bueno, muchacho! Pero escúchame bien _se había vuelto muy seria de pronto_. Mañana hemos de vigilarlos atentamente, sin perderlos de vista. Tenemos que pegarnos a ellos como lapas, ya sabes. De otro modo nunca llegaremos a averiguar para qué usan su conjuro. Al llegar al piso donde se encontraban los dormitorios, el somnoliento Pedro consultó a su hermana: _Carlota, ¿me lavo los dientes otra ves?... Como voy a la cama... La aludida sonrió ante la ingenuidad de su hermano menor. _No, Pedro. A dormir derechito, y chitón: ya sabes. Pero Pedrito estaba demasiado excitado para dormirse así como así. Durante un buen rato estuvo pensando que él también tenía que realizar algún ensalmo por su cuenta. Mañana mismo, pensó antes de hundirse en un profundo sueño.
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1
Escrito por martins ( Offline), el 10 de diciembre de 2009
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Por qué llevas zapatillas aún? Estamos desayunándonos ya, Sara_advertió tía Carry, que para esas cosas era muy estricta. _Lo... lo ha... había olvidado. _Está bien; pero corre a tu cuarto otra vez, y cámbiate. A Carlota, alerta ... Leer mas
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