"Ya basta de locuras, detente, Absalón, no corras! No te muevas o te mataré. "

Absalón se detuvo en medio del bosque. Aquella voz sonaba seria y amenazante. "No permito a nadie que me mire, no te gires!...escucha con atención: tu, el que sólo empieza, atiende al peso de tu crimen" Absalon, sin girarse ni moverse, no entendía aquella acusación. La voz siguió: "...aún...¿no sabes quien eres verdad?, ni siquiera el pecado que cometiste, aquella abobinación montruosa, ese hecho horrible que nos llevó a todos al desastre, ¡oh maldito!!....¡has de acabar lo que empezaste!...¡tu castigo esta cerca!!....." Absalón (dueño de su nueva realidad) pensó "ya basta!, quiero saber el porque de toda esta situación!" Una nube de pájaros negros aparecieron de entre la nada y se pusieron a girar a su alrededor, sus negras alas rozaban su cuerpo...
Lo que vió al girarse lo dejó helado....era una...una chica.
Tenia el pelo rubio y largo, los ojos azules y una amplia sonrisa inocente. Vestia una vestido azul que le cubria el cuerpo por entero (aunque tenia un generoso escote). "¿eres tu la voz que me ha amenazado?" dijo Absalón. La chica misteriosa hizo una sonrisa misteriosa y dijo "señor, le encontré medio muerto en el bosque y le traje a la cabaña, creí que...." "¿que estaria muerto? pues no ¿como te llamas"
Unas nubes negras taparon el cielo, iba a estallar una tormenta. Ella miró al cielo con cara de preocupación, miró a Absalón y se giró "Hemos de irnos y encontrar refugio". Absalón aún estaba absorto en la chica (ciertamente de una gran belleza), ella se giró y dijo: "Señor, mi nombre es Léa". Empezó a llover, y el pelo se les empezó a mojar. Lea miró a su alrededor nerviosa, "¡vamonos!".