Cuentos de Magia Interna

El viento resopla entre las ruinas del pueblo “Agua estancada”, al sur del estado de Michoacán. Solo se escuchan los pasos de un viajero, que levanta el polvo sobre su camino. Se da cuenta que lleva años abandonado.

MI – “Piedra Estancada”

Avanza sin prestar mucha atención a la particular forma que se acomodan los escombros.

Ni siquiera se ven escarbadas – piensa para dentro de sí –, lo que haya ocurrido en este lugar, fue sellado por la destrucción. Parece como si la tierra hubiera gritado por dentro y tragado a pedazos al pueblo.

Llega a una glorita natura, un gran árbol con cinco troncos se sobrepone a la vista apocalíptica, alrededor crecen algunos arbustos y flores del fuego, una gran piedra en color gris oscuro parece sostener los troncos de crecimiento natural, alrededor cientos de piedras sea acomodan para dar un toque distintivo. El joven se sienta a un lado del camino y observa una casa al final de la vereda.

- ¿Qué busca un viajero en las tierras de nadie? – una voz cansada y pausada pregunta.
- Busco al dueño de esa casa – dice sin tomar en cuenta de qué lugar proviene la voz.
- Muchos años viajero; muchos han pasado desde que murió el señor.
- ¿Y su familia?
- Despacio viajero, despacio. Todo a su momento.
- ¿Qué sucedió aquí?
- Una desgracia – hace una pausa larga, el viento parece animar a la voz para proseguir – años atrás nuestro pueblo crecía lentamente, pero crecía al fin y al cabo.
- Cuéntame – dice sin titubear.
- Es una historia que podía tornarse larga viajero, posiblemente demasiado para un joven con ánimos de andar.
- Tengo el tiempo del mundo. Dime qué le ocurrió a Jacinto.
- Sí, sí… te contare – la voz pareciera sisear por momentos.

“Quince años atrás llegaron. Hombres fuertes y armados, nos sometieron, nos quitaron la libertad que hasta esos días teníamos.

Entre los pueblerinos destacaba uno de nombre Feiro, fuerte como una piedra, grande como un árbol y más tierno que un cachorro recién nacido. El araba la tierra para la cosecha, una polvareda llamo su atención, fue el primero en ver llegar camionetas negras de lujo, con esos vidrios oscuros. Se asusto, era la primera vez que veían hombres con armas largas.”

- Diferente a ti viajero, muy diferente. Tú portas un arma larga, con doble filo y llegas caminando, como el más humilde de los trotamundos.
- ¿Ya había muerto Jacinto?
- No, no. Pero no corras viajero, nos es propio de ti. Todo a su momento, no antes, no después.

“Las familias enteras se asustaron, ellos no venían con intenciones de no lastimar, no. Ellos buscaban hacerse con este pueblo de paso para poder controlar la zona y después hacerse del estado. Sí, ambicioso era su plan.

Para demostrar su implacable sed de sangre, asesinaron en el primer día a nueve hombres y tres mujeres, su delito: hablar de más.

Sí viajero, entre esos se encontraba el hombre al que busca.

El pueblo lloro días y noches enteras y aun así vivía en miedo, la desesperanza se apodero poco a poco de los corazones ingenuos, creíamos que cuando se dieran cuenta que aquí no pasaban más que los lugareños, se irían… ingenuos como dije. Paso un año y medio cuando nos dimos cuenta que sería por siempre.

Un hijo de Jacinto, el segundo para ser más exacto, murió a tiros por uno de los hombres armados. Dos duelos en poco tiempo para la señora Francisca, si.

De entre todos el señor Feiro fue el que entablo comunicación con los hombres, pidió menos violencia en sus actos a cambio de que el pueblo pudiera vivir en tranquilidad.

Los hombres le dieron cierto poder y lo hicieron el representante del pueblo.

¿Qué tiene que ver el señor Feiro en esto? Te preguntarás. El recibió de Francisca una esfera del tamaño de una canica, al principio el señor Feiro pensó que se trataba de eso solamente. La esfera parecía tener cierto poder viajero, o sí.”

- ¿Era una esfera color ocre? – pregunta el joven sin dejar de observar el pueblo.
- Sí, sí viajero ¿cómo lo has sabido?
- Yo se la entrega para que la resguardara. Esos hombres que dices en tu historia ¿la buscaban?
- No, ellos no sabían nada. Al menos jamás lo mencionaron.
- ¿Qué ocurrió después?

“El señor Feiro llego a un acuerdo, en donde los niños y mujeres se marcharían del lugar, y los hombres que quisieran se quedarían a ayudar a las labores de campo para poder establecer una especie de base para los hombres armados.

Todo era una treta, una mujer escucho por casualidad que les matarían, así que al final se quedaron un mes más hasta que estuvieran seguros de que no les harían daño.

Eso solo logro que los hombres se enfurecieran, se instalo un toque de queda y los asesinatos se volvieron menos esporádicos. Sí viajero, terror total para una población inferior a los quinientos habitantes.

Nos golpeaban por cosas insignificantes, como solo verles al rostro. Uno de los hijos de Feiro sintió en carne propia como le rompieron un brazo, tan solo por haber escupido una flema frente a uno de los guardias.”

- Me estoy poniendo ansioso ¿qué le ocurrió a este pueblo? – dice con un tono impaciente.
- Tranquilo viajero, tranquilo – la voz se volvió más ágil en su narrativa. No antes, no después, sino en su momento.

“Una noche de verano, el cielo atardeció en color naranja y rojo, un color inusual en estas tierras, pero que según la gente del pueblo anunciaba muerte. Muchos de nosotros no nos interesamos en esas cosas, pero las creencias son difíciles de acallar. Aunado a nuestra intranquilidad habitual le sumariamos un tiroteo en esa noche.

Nadie en su sano juicio saldría de sus casas.

Otros rogamos que simplemente mataran a esos hombres para poder obtener la libertad que nos arrebataron.

El hijo menor de Feiro, de nombre Joel, fue el que inicio el incidente que tus ojos contemplan.

La noche del día rojo, Joel tuvo una pelea con su padre. Discutían sobre las visitas tan prolongadas que tenía con los hombres armados. Querían reclutarlo a cambio de proteger a su familia.

Naturalmente en Feiro, eso era una falacia. Ya era suficiente sangre derramada como para permitir que ahora uno de los suyos pudiera dar muerte a alguien más.

Joel salió de la casa en medio del sonido de los tiroteos, la noche ya nos cubría.

Feiro salió en su búsqueda a los pocos minutos de ver que no regresaba. Corrió, grito, se desesperó por momentos, temiendo lo peor; todo su coraje previo paso a ser un mar de miedo y angustia.

No se equivoco tanto.

Busco por varias calles que parecían desiertas, hasta llegar a la principal, ahí vio a su hijo siendo golpeado por dos hombres; Feiro se lanzo, más por instinto que por lógica, a proteger a Joel. Los disparos se escuchaban cerca, los hombres gritaban mientras los golpeaban, les decían que uno de los dos moriría, pero que primero les enseñarían a no desobedecer.

Un disparo se escucho al cielo y solo el silencio se quedo presente.

Los golpes cesaron y un hombre con botas piteadas, pantalones vaqueros, chaleco rojo, camisa negra, sombrero blanco y feo como la chingada, se paro enfrente de Feiro y su hijo.

Saco su arma y jalo el gatillo.

Feiro callo al suelo, el disparo le atravesó el hombro.

Preparo un segundo disparo, esta vez impacto a un costado de la pierna derecha de Joel.

Feiro se levanto y tomo a su hijo en brazos. El disparo no fue grave, incluso podría decir que fue un rozón, de no ser por la considerable cantidad de sangre que había en el piso.

Ahí viajero, en ese momento, la historia de este pueblo volvió a cambiar.

La tierra empezó a sacudirse, temblaba con tanta fuerza como la fuerza de Feiro sujetaba del brazo a su hijo, un grito desgarrador provino desde el fondo de su alma y quedo inconciente.”

- ¿Qué paso después?
- Por la mañana despertó en medio de la destrucción, con su hijo entre sus brazos yacía muerto, la fuerza con que lo trato de defender acabo matándole y no solo a él, el pueblo enteró quedo como lo ves, asesino a su familia, sus amigos… todo lo que quería lo termino en una noche. Feiro provocó esto. La esfera que le dieron provocó la destrucción.
- … - el joven pierde su mirada por momentos hacia el horizonte, reflexionando sobre lo que acaba de escuchar, finalmente, después de unos minutos pregunta – ¿Te has quedado todo este tiempo buscando la redención de todos los que mataste?
- El pasado duele viajero, pero ¿quién ha dicho que yo les mate?
- Tu cuerpo. No es normal llevar tierra y piedra como piel. La fusión con una esfera del alma, una esfera fuerte por cierto, capaz de provocar terremotos.

Hubo un silencio largo, hasta que el sonido de piedras cayendo alrededor dio muerte a la tranquilidad. La gran piedra que parece sostener los troncos se mueve. Una figura humana se alcanza a notar entre la tierra negra y los pedazos de roca grises.

- Me es extraño viajero que te dieras cuenta.
- Yo sé lo que son, yo sé lo que di a guardar hace generaciones aquí. Sabía que la esfera jamás se movería de la casa en que la deje. Aunque ahora me doy cuenta de que erre.
- No eres alguien normal viajero.
- Mira quien lo dice – dice con un aire irónico.
- No llevas armas convencionales, llevas armas que hace años se prohibieron. ¿Qué buscas?
- Eso lo sé yo, si quieres averiguarlo, tal vez te convenga acompañarme.
- Dime tu nombre primero.
- Aldemanor. Vamos – dice mientras se pone de píe, se sacude un poco el polvo y comienza su caminar nuevamente – roca estancada Feiro, tenemos un camino largo que andar.

Ahora que lo pienso – dice Aldemanor para si mismo – en este día entiendo un poco menos a los humanos, son capaces de lastimar a sus seres queridos, tratando de defenderlos.

El camino se ve pintado por el polvo que levantan cuatro píes.