No hay agresión que tema en fiera que me embate,
no hay arma que me asuste, ni hay fuerza que me mate...
Yo no temo al mismo Satán ni creo que exista...
y alguien podría decir que es narcisista
mi postura ante el mundo... más no saben...

que enterarme rechazas, la pasión que te ofrezco...
que consideres tú, mi bien no te merezco...
Te juro que eso, ¡eso si me mata!

Entender que mis ganas no besarán tus labios,
ni sentiré tu encía, ni el nacarado esmalte…
Que no he de enrojecer filiformes papilas
al succionar tu lengua cual frenético amante...
¡Que no vamos a enredarnos!
¡No vamos a acostarnos!
¡No vas a ser mi diva!
¡No vamos a entregarnos!
Ni llegará mi punta a estimular a tu úvula...
¡Ni inhalará tu aliento... para beberte el alma!

No van a deslizarse mis besos en tus ojos para cerrar tus párpados…
No explorarán tu cuello,
tu cabello y tu oido.
Y no musitaré te amo.
Un te deseo tejido en un gemido...
No podré relatarte detalle por detalle de lo que iría sintiendo,
o eso que un dado momento habría de hacerte!
No sabrás que te excita el dolor y lo obsceno…
no habré de despertar fantasías en tu mente,
no sabrás de lo oculto que yo tengo de bueno...
No quedaré en tus sueños para evocarte orgasmos,
ni sentiré tu vientre cuando regale espasmos...

Ni habré de desprenderme del lóbulo en tu oido
y tras cruzar tu cuello rebotar en tus senos,
no voy a aprisionarlos en mi mano,
en la cadena perpetua que sentencia
la profana reja de mis dedos,
ni he exprimir glándulas y pezones...
Ni vas a amamantarme como a un crío
que se empapa de leche, que no alcanza el hastío...

y yo que planeaba un chapuzón en tu entraña,
absorberte hasta el seso desde la misma raja,
castigarte las pompas para volverlas rojas,
dilatarte allá donde acaba tu espalda,
puros pinches malditos sueños de un guajiro...
erótico quejido convertido en suspiro...

Esto... esto es así... ingrata...
que enterarme rechazas, la pasión que te ofrezco...
que consideres tú, mi bien no te merezco...
Te juro que eso, ¡eso si me mata!