Acaba de aterrizar mi pequeño amor...
mis dedos patinan en lo mas resbaloso de su ser como esquíes en descenso sobre la nieve de Zermatt,
no tengo percepción para otras cosas que no sean la humedad de sus estímulos...
¡privacidad por favor!, ¡privacidad!...
que nada perturbe mi contemplación de sus ojos,
no quiero insolentes distractores, prefiero que me juzguen detractores por encerrarme así... solo con ella...
desdeño hasta el ruido de las gotas de lluvia si estas me impiden escuchar el murmullo de sus suspiros y gemidos...
¡No me busquen!, no soy indispensable al igual que ústedes, al igual que todos...
¡maldigo al infeliz cuyo recuerdo me invoca allá en su mente!
¡no estoy para nadie!... ¡ahora solo existo para ella!,
mis acciones, solo deben ser atracadas en el puerto gentil de mi doncella...
mi pensamiento está por colapsarse a los terceros,
toda mi atención, toda mi potencia, toda mi luz y mis zonas oscuras ya son exclusivamente enfocadas a sus fueros...
¡favor de no molestar!