Parado frente a tí, en esta situación que creí improbable, me siento débil, se me salen las lágrimas. Yo sé que si te digo que no te vayas, simplemente no te vas. Sé que estás esperando que lo diga, quieres quedarte. Te amo en demasía como para pedirte que te quedes, casi me tengo que morder la lengua. Mi corazón late tranquilo y de alguna forma me siento en paz, estoy triste pero calmado, estoy melancólico a causa de que ya no sentiré tu piel y no despertarás más a mi lado y tu olor se irá disipando con el tiempo hasta que ya no tenga memoria de él. Tu rostro perdurará como imagen en mi mente durante algún tiempo y vendrá alguien más que ocupará el espacio que hoy estás a punto de dejarme, así es la realidad, lo mismo pasará contigo... nos llamaremos por un tiempo hasta que la distancia haga lo suyo y continuemos cada quien con su vida. Te veo a los ojos, tu miras los míos. Nos tomámos de los antebrazos con las dos manos. Por las bocinas del aeropuerto mencionan el número de tu vuelo... es hora de abordar. Ni siquiera nos damos un beso, nos abrazamos tiernamente para sentirnos por última vez. Te pregunto si traes listo tu pase de abordar, asientes con la cabeza. Te marchas no sin antes derramar una linda lágrima... Adiós.