Soy parte de la multitud
Que camina por las calles
De esta ciudad sin piedad.
El mal día siempre es
En horario de oficina,
Dos horas antes y otras después.
Cada quien tiene su historia,
Pero creo que no hay lugar para ellas
En este inmundo lugar
Donde mandan los tiempos,
Mientras el criminal esta sentado en su trono
Y mueve los hilos para gobernarnos.
La sangre no le importa,
Tampoco el hambre, ni el abandono.
El poder es místico y, como tal,
De incalculable dominio.
Subyúganos con valentía, cobarde,
No tengas miedo de morir.
Quítate el pudor y mànchate.
Conoce la sangre de cerca
Y no lo que tus esbirrios te cuentan.
Cuán miserable has sido,
Que las masas has reprimido
A toda conciencia de tu maldad,
Pero no quieres ser salpicado
Por las sangres de hombres y mujeres
Que se alzáron con piedras y palos.
Te has bebido su sangre.
Paseate un momento con Dante
Y conoce su infierno,
El de todos nosotros,
El de la furia de nuestros pueblos,
El del niño sumido en la miseria.
Ven pues, místico,
Te invito de la basúra que me das a tragar
Dialoguémos en una mesa
Y firmémos un acuerdo de concórdia
Ante la maquinaria del estado
Y su religión oficial,
Con botellas de agua alrededor
por si se cansa la garganta de hablar,
Mientras mi gente se muere de sed
Trás décadas a tu merced,
De implacable arrogancia
Y saqueos constantes
Que nos pone ahora,
En pie de guerra.
Vamos pues adelante,
Saquémos fuerzas de flaqueza,
Que la victoria nos espera por delante.
Démosle al palo y la piedra la misticidad
De toda la sangre derramada...
La justicia está frente a nosotros, tomémosla.