De fiestas y entierros
se hacen nuestras juventúdes.
De carismas y revuelos
tienen nombre los ataúdes.

Desgracias que tienen nombre
que no se nombrarán jamás
delante de él, porque ahora es muerte.
Alcohol, drogas, sexo y demás,
son los ingredientes de la fiesta
a la cual es difícil renunciar,
aún cuando Gabriela está muerta.
Estabas llena de heroína al abortar.
El pánico te costó la vida.
Si tan sólo hubieras ido sin mierda encima
hoy segurías por las fiestas bien ida
y no sería un mar de lágrimas tu mamá.

El llanto se marchita,
debemos seguir en lo nuestro.
nuestra juventud nos lo exige.
Amor, muerte. Nos disgusta lo opuesto.
La adrenalina nos invita al exceso
imperativamente debemos complacerla
para no pensar más en ella,
en Gabriela y su máxima expresión
que también es la nuestra
y nos negamos a obtener su compasión.
si de miedo se trata,
la muerte, sin remedio arrebata.