En un nuevo mundo
Escrito por javierrmartinezm ( Offline), el 26 de abril de 2008
Mich se encontraba inmóvil a un costado del depósito que formaba el agua. Los pájaros cantaban y era un excelente día en la selva. Nadie podría opinar lo contrario, bueno, nadie excepto Eloy que se encontraba inconsciente y lejos de casa. Las aves cantaban y jugueteaban en el cielo. Pero una pequeña ave se posó sobre el desvanecido y comenzó a picotearle la cabeza, como queriéndolo despertar o advertirle acerca de algo que estaba por acontecer. Sin embargo, la nublez mental de Eloy era muy fuerte como para siquiera percibir que algo le estaba punzando la nuca. Después de todo el acaba de caer de una gran altura y el agua le había vomitado a hasta la tierra, conservando así su vida. De repente, se escuchó ruido entre la vegetación. Pasos. Pronto un desconocido canto comenzaba a acrecentar su volumen a media que iban entrando en escena rudimentarios nativos. Llevando como estandarte este canto peculiar, producido por la percusión de ocho pares de cuerdas vocales. Momentos después, dieciséis pies - ochenta dedos - ya habían dibujado un circulo alrededor de nuestro ido amigo. . *** Mich abrió los ojos. Lentamente un cuadro impresionista realzó sus bordes convirtiéndose en la imagen de la realidad. Amarrado a un tronco, observaba un acontecer desconocido para él. Podría describir una roca central que portaba extrañas figuras en sus caras. Al mirar abajo vio que el piso era una gigantesca roca. Arriba aún el cielo se notaba diferente, como si se tratase de un ocaso. También notó que también había otros troncos similares al suyo que a vista de pájaro formaban los vértices de un pentágono. En cada uno de ellos se encontraba un individuo. Cada uno de ellos llevaba diferentes vestiduras y no parecían proceder del mismo grupo étnico. Pero en todos había algo que en común. Un expresión en el rostro, una extraña sonrisa, una demostración de una especie de satisfacción. Ahí noto el causante de tal reacción. A los pies de cada uno se encontraba un recipiente de color azul similar a la porcelana. De allí emanaba una especie de vapor, que al llegar a su nariz endrogaba su cerebro. Cada uno en su propio sueño. Como si estuviesen durmiendo plácidamente en el regazo de su madre. No pudo evitar tampoco notar la presencia de aquellos Ativos que lo habían puesto en tal situación. Grotezcas criaturas de considerable tamaño, bípedas, algunos con cabeza como de puma, otros de alce, o buey. También muchos tenían pelaje sobre sus hombros, espalda y caderas, pero siendo lampiños en el resto del cuerpo. Tenían pies como de hombre y en sus manos palmas como de hombre y dedos largos en garra. Muchos eran de colores griseasios o marrones. Se divertían burlandose de sus prisioneros, levantando sus manos como si fueran muñecos de trapo o gritándoles en la cara. Y allí estaba uno de sus carceleros. Este se acerba a él... A pesar de sorprende por estás insólitas criaturas no pudo evitar preguntarse: ¿Qué traería en sus manos?... Sí, era un recipiente... Ya estaba había colocado a sus pies... Su aire comenzaba a homogeneizarse con el vapor... Su cabeza comenzó a pesarle... Sus párpados se cayeron... Su cerebro comenzó a flotar dentro de su cráneo... Todo en derredor despareció... . *** Tuc... Tuc... Un repiqueteo. Tuc... Tuc... Nuevamente. Somnoliento, entreabrió los ojos. Era como si alguien llamase a la puerta, a la puerta de su frente. Esta vez recobró algo el conocimiento. Y aun teniendo su vista nublada logró distinguir que era aquella ave que nuevamente se le había acercado. Nadie notó su presencia más que él. Pese a continuar en estado de dispersión el ave se las ingenió para comenzar a liberarlo. Con su pequeño pico, logró a deshacer los nudos que lo mantenían aferrado al poste. Los nativos seguían ocupados en sus acciones, por lo que no notaron que Eloy se les estaba yendo. Caminó varios pasos, tambaleándose, hasta alejase a una cierta distancia. El efecto de adormecimiento se estaba retirando y comenzó a tener conciencia de lo estaba pasando. Él había aparecido en medio de este nuevo mundo, había huido del misterioso árbol, caído prisionero en manos de nativos y ahora había sido libertado. ¿Por quién? ¿Quién sería esa extraña criatura que le perseguía? ¿Porqué le habría liberado? Al alzar sus ojos le vió. Era Saú, durante varias páginas del libro había visto sus hechos, pero nunca se había atrevido a imaginarle. Era una paloma de gran tamaño -la más bella que alguien podría imaginar- con formidables y grandes plumas, con inmensas alas, con un color blanco que reflejaba toda la luz del sol sin absorber siquiera un poco, su cola se abría como un elegante abanico; tenía un hábil manejo de su pico: suavemente -como cuando le despertó en el pasaje anterior- o poderosamente - como para partir aquella fruta, madera o roca más dura, y su visión era penetrante, capaz de discernir las emociones de las personas. Realmente se trataba de un magnifico espécimen, pero nada comparado con los atributos de su amo.
Escoge el próximo pasaje
Hasta aquí llega lo escrito para esta línea narrativa de la historia. Si lo deseas puedes contribuir escribiendo el próximo pasaje.
|
Mensaje
|
||
Exito
|
||
Error
|
||
Aviso
|
||