Sinopsis
Cuándo se da a conocer un poquito de la cultura de un pueblo oculto, resurgen verdades extrañas que colapsan a los verdaderos y extraordinarios sucesos ocurridos a causa de los efectos de la vida misma, y al final se podría lograr aislar a cientos de almas enmarañadas en la oscuridad de los resquicios de la vida, y en la búsqueda desesperada por la verdad, podría encontrarse la luz resplandeciente del sufrimiento eterno, que ha despertado hoy, para arrastrarnos sin piedad hacia el inicio de la áspera soledad.
Quilitl Atl Yo nunca ví la cuna del gato, ni leí los molinos del viento, ni el molino rojo, pero en Quilá pasando el río san Lorenzo las almas se atormentaban en su sútil dolor. Las hojas se secaban y las aves en su canto se ahogaban, el génesis con placer se acercaba, y a mis espaldas su aroma me arrullaba, ya no sentía el dolor, ya no sentía el hambre, solo gritaba en mis ecos y al viento le susurraba, tráeme a Vicky es la única alma que yo amaba. Únicamente escuchaba la melodía del vacío eterno, donde la felicidad se anidaba en el hueco de la muerte y la lluvia arrastraba la suciedad impregnada en la piel de mi cuerpo inerte; bueno un cuerpo que ya no me pertenece ahora, ya no es mío, ¡Que ironía! ¡El mundo completo era mío! Y ahora solo mis lamentos me acompañan por esta vereda, desolada y agria, un desierto árido y melancólico; pero nada me duele, nada me hiere y sin embargo llega a mi una oleada de sufrimiento, un sufrimiento que proviene de lo mas profundo de mi esencia, desde las entrañas de mi alma; como extraño ese olor que yo respiraba cuando despertaba en medio de la nada, en aquel cuarto oscuro y a mi lado tu rostro extraño pero que amaba con enorme pasión y podía pasar mi vida entera contemplando aquella luz que brotaba de tu rostro, esa luz me brindaba una felicidad eterna y aquellos niños que jugaban inocentes y radiantes, en armonía con la tierra y la naturaleza los acogía con gran alegría, eran para mi la vida completa, ese aroma que se clavaba en mis sentidos era el llamado de un hogar verdadero, sin embargo todo tiene un final, no podemos evitar las causas naturales de nuestra existencia y mucho menos los efectos de ella. hoy despierto después de mucho caminar por aquellas calles solitarias donde los pasos resonaban sin cansancio, su sonido se esparcía por todo el lugar, asustando a las arañas que tejían siniestramente su nido y desgastando mis sentidos, nadie caminaba y sin embargo las pisadas se escuchaban; como puede ser posible que salieran de la nada y de repente las personas se abultaban formando una multitud, sus voces herían mis oídos hasta hacerlos sangrar, en el aire los pájaros revoloteaban disfrutando de la hermosa mañana y yo en medio de todo, aturdido por el ruido, me levanté de mi condena y trataba de alejarme de esta gran mercado, donde todos parecían reunirse a esta misma hora con el único objetivo de atormentar mis sufridos pensamientos, el viento encadenaba al recipiente de mi alma torturada, mientras el fuego consumía lentamente una materia desgastada; el bullicio eufórico gritaba excitado con enorme fuerza, cuando mi existencia, de este mundo ya se alejaba, tal parece que en ocasiones singulares el tiempo se detenía y en esos precisos momentos; el me abrazaba en su manto eterno, mientras mi piel se desgarraba y vertiginosamente un caballo oscuro arrastraba las penas del infierno atrayéndolas hacia este hijo miserable que soñaba con otras vidas y que los Ángeles eran cosa del pasado. La Pintura y El Librero Las piedras del abismo me condujeron a las entrañas del saber, alejándome para siempre de la cercanía del candor de tu corazón, una piedra que tropieza, una y otra vez con mis pensamientos impuros, corteja paso a paso mi cansada ilusión, quebrada por las falsas fantasías, que prometieron regalarme sin ninguna duda, el infinito amor, destruía al sendero de la luz, haciéndonos portadores de la magia del dolor y en los ojos negros, se podía ver la blasfemia de nuestra oscuridad, recorriendo caminos llenos de espinas y de traición, que se clavan sin piedad en la carne y en el alma, arrastrándonos a la maldición de una mente enferma de perversión y de ambición... Pero la historia no comienza así, permítanme narrarle desde el principio. Haciéndole frente a todos los acontecimientos de mi disoluta vida; me escapé del hoyo pernicioso de la compasión. La miseria se extiende y se multiplica. No así como la desgracia que realmente busca la forma de afectar todas las diversas formas. Aún creo a estas alturas, que el mal es una repercusión directa del bien, y que del placer surge la agonía del dolor. Mi nombre con el que fuí bautizado es Francisco Ortiz; el de mi familia, no es importante. Existen en la tierra tan pocas construcciones que sean tan antiguas, como mi lúgubre, sombrío y gris castillo ubicado en quilá, a un lado de la hacienda santa rosa. Toda mi descendencia, siempre ha sido llamada, gente con extraordinaria visión, y con el coraje suficiente, para que nuestra voz sea escuchada, en cualquier rincón de este mundo; y en más de alguna rara o extraña situación, develamos algunos de nuestros más oscuros secretos. En el carácter de tan majestuosa construcción, con el aire gélido, que se respira en el invierno, en el patio principal; en los adornos tan excelsos, que maravillan a la vista, de propios y extraños; en todos los dormitorios, en el calor que alegra los sentimientos, se encuentra la humeante chimenea; en la pintura de incalculable valor, colgada en la simple pared y en fin, en la serie de libros abultados, en ese rústico librero, hecho en el siglo XII. El librero y la pintura contienen un secreto que solo yo sé, y que he ocultado hasta ahora. Recuerdo todavía cuando los adquirí de un desconocido. Era un tipo, de estatura media, y en su rostro se dibujaba una cicatriz, que surcaba, desde su ceja hasta su mejilla; tenia una cara inolvidable. En sí, todo su aspecto era de clase media o burgués. Estaba de negro y en su coche un mueble sobresalía de entre su equipaje. Por su dificultad para hablar mi idioma, supe de inmediato que provenía de alguna parte de Europa. Por su corte de pelo moderno y por su forma de vestir, creí que era un jovenzuelo, pero fuí engañado, distaba mucho de ser un joven. Conversamos largo rato, me divertía mucho su dificultad para decir algunas palabras y en otras su acento exagerado; pronto supe que procedía de Florencia, Italia. Invité al hombre a pasar a mi castillo, como cortesía de parte mía; se rehusó cortésmente alegando que tenía prisa y que no podía demorarse mucho. Con tono apresurado y exhalando pesadez en sus palabras; como en este momento, lo estoy haciendo yo. vendo pinturas; bueno de hecho, solo vendo una, de toda mi colección- me dijo.
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Escrito por robertocanto ( Offline), el 20 de julio de 2007
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Yo nunca ví la cuna del gato, ni leí los molinos del viento, ni el molino rojo, pero en Quilá pasando el río san Lorenzo las almas se atormentaban en su sútil dolor. Las hojas se secaban y las aves en su canto se ahogaban, el génesis ... Leer mas
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